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Antonio, eterno estudiante de Derecho, y Josefina, recién titulada en Medicina, buscan trabajo para poder comprarse un piso y establecerse. Tienen toda "la vida por delante".
GÉNERO: Comedia
La vida por delante (Fernando Fernán-Gómez, 1958)
La vida por delante es otra pareja feliz. Como la de Bardem y Berlanga, pero una década más tarde. Del subproletariado urbano al predesarrollismo del Plan de Estabilización. "A la felicidad por la electrónica", se proclamaba en aquélla. "Hacia la dicha, en Biscúter", ironiza entre líneas ésta.
Poco importa que en vez de cursillo a distancia de radiofonía, uno (Fernando Fernán-Gómez) se haya licenciado en Derecho. El ser abogado no vale más que para ser extra de cine, dar clase en un colegio de señoritas enamoradizas o presentar el cha-cha-chá interpretado por las "Mulatas de Fuego" en un cabaré de postín. Además, están las tensiones creadas por la evolución de la condición femenina. Ella (Analía Gadé) estudia y quiere trabajar, conducir, e, incluso, opinar.
Al final, lo que cuenta es el amor de Josefina y Antonio, empeñado en sobrevivir a las pruebas a las que la vida somete a una pareja en formación: suegros, empleos precarios, oposiciones y un pisito en el que para abrir la puerta del saloncito hay que retirar la silla. Pero siempre queda la esperanza.
La esperanza lleva el sonoro nombre de Manolo (Manuel Alexandre). Manolo, envidia sinceramente a Josefina y Antonio. Ellos se tienen el uno al otro, viven en su nidito, son enemigos de la mecanización por usuarios del transporte público. En cambio, Manolo se pasa el día viajando de cabaré en cabaré en descapotable, con el corazón dividido entre otra morena y otra rubia, y con el hígado hecho puré a base de whisky. Su coche se aleja en la noche entre carcajada. Josefina y Antonio lo persiguen: "¡Te esperamos, Manolo! ¡Te esperamos!". Y la cámara, montada en el coche de Manolo les precede, dobla una esquina, perdiéndolos de vista, y se congela en un plano desequilibrado de la ciudad de noche, dejando la esperanza en suspenso mientras aparece la palabra "Fin".
No es verdad, las tribulaciones de Antonio y Josefina continuarán al año siguiente en La vida alrededor, porque cuando a él le dicen que no se preocupe por algún desastre, que tiene "toda la vida por delante", propone con toda ingenuidad que lo que le gustaría sería tenerla ya "alrededor".
La vida por delante está llena de hallazgos felices. Al hilo de su trama episódica van apareciendo personajes mondantes, monólogos a cámara ("apartes") de una fluidez pasmosa y momentos antológicos, como la declaración en comisaría a consecuencia del accidente de Josefina, auténtico Rashomon en miniatura.
La vida por delante es probablemente la mejor comedia de Fernando Fernán-Gómez, culmen de un modo de entender el humor que, a partir de entonces, irá ganando en ferocidad y decantándose por el esperpento o el humor negrísimo.