La hermana San Sulpicio (1934)

La hermana San Sulpicio (La hermana San Sulpicio, 1934)

La versión de 1934 de La hermana San Sulpicio es la primera producción de Cifesa.

La casa valenciana da carta blanca a Florián Rey e Imperio Argentina para reelaborar su primera película conjunta. En el ínterin, se ha implantado el sonido en todo el mundo y la actriz se ha convertido en una de las estrellas más resplandecientes del panorama iberoamericano gracias a las películas rodadas para la Paramount en Joinville-le-Pont. Sus actuaciones junto a Carlos Gardel y el elemento promocional que suponen las nuevas industrias radiofónica y discográfica la han llevado a las portadas de las revistas cinematográficas españolas, haciéndose hueco entre las stars del firmamento estadounidense.

El éxito de la novela y de las dos películas se basa, según Fanés, en el equívoco, a ojos del taciturno estudiante gallego que protagoniza la historia, entre la religiosa y la mujer cuyo corazón palpita bajo las tocas. Fanés deplora el pacato erotismo de algunos pasajes como cuando Palacio Valdés escribe: “Mis ojos de enamorado percibieron por encima de la tosca estameña el bulto adorable del muslo de la hermana San Sulpicio”. El escritor tampoco va más allá porque es esencialmente conservador, aunque era muy consciente de que ese puntín de picardía era lo que le había consagrado. “Si paso a la posteridad –declaró en una ocasión a la prensa- será agarradito a los hábitos de la hermana San Sulpicio”.

Ni la versión cinematográfica de 1927, realizada en plena dictadura de Primo de Rivera, ni la de 1934, producida por los catoliquísimos hermanos Casanova, se muestran más transgresoras. En premio a este tradicionalismo reconfortante, el público abarrotó las salas, los exhibidores se hincharon a ganar dinero y Cifesa decidió que aquélla sería su línea de producción de entonces en adelante. El crítico de “Popular Film” escribía: “Pese a todo y a todos, Florián Rey ha realizado la primera película de entraña netamente española, y lo ha hecho sin vacilaciones, sin emplear procedimientos gastados, o cursis, que es peor; sin desviarse hacia normas extrañas peculiares de tal o cual estilo”.