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Carmen conoce a un hombre durante un viaje a París. Allí, sin dinero, será acogida por un grupo de bohemios, entre los que se encuentra Franz, un joven músico del que se enamora.
GÉNERO: Comedia Novela Romantica
Café de París (Edgar Neville, 1943)
Café de París está mutilada. Sólo se conserva la segunda mitad, procedente de una copia que guardaba un coleccionista particular. Para tener un conocimiento aproximado de lo que ocurre en la primera hay que recurrir a la novelización que publicó al calor del estreno Hispano Americana de Ediciones, en Barcelona.
Comienza con la subasta de los bienes de la familia de Carmen (Conchita Montes), codiciado tanto por unos labriegos enriquecidos de Ciudad Real como por un enigmático hombre de negocios. Éste puja por un medallón que luego le regala. Los parientes manchegos caen en el colmo de la ordinariez, que para Neville consiste en comer los huevos fritos con cuchillo, así que Carmen marcha en tren a París, donde espera encontrar trabajo gracias a unos conocidos de su padre. La dirección resulta ser la de un garito y, en busca de un alojamiento, Carmen viene a caer en una buhardilla “bajo los techos de París”.
Aquí es donde Neville se encuentra más a gusto. Para el grupo de excéntricos reúne a sus actores favoritos: Julia Lajos, Joaquín Roa, Mariana Larrabeiti, Manuel Requena... Su amigo Miguel Mihura está introduciendo pinceladas de humor codornicesco en sus trabajos como guionista para Antonio Román o Benito Perojo. Neville, más atento al dibujo general de la película y al matiz en la interpretación, tampoco renuncia a ellos. Roa es un pintor que sólo pinta bodegones de comestibles que ofrece a los comercios del ramo con tal de poderse comer el modelo. El orondo Requena es su admirador, una especie de agente a la caza de alimentos visualmente sugestivos. El pintor se apellida Landusky, pero es que “había que llamarle de algún modo y en Polonia gastan estas bromas”. Colette (Julia Lajos) se autojustifica: “Llevo cuarenta años sin decidirme por una ocupación definida. Soy una espectadora de las ocupaciones de los demás”. Ella es la guía de Carmen en esta bohemia que Neville tilda de “tan soñada como vivida”, una mixtura del exilio golpista en la guerra civil y la retratada por Santiago Rusiñol e ilustrada por Ramón Casas en las “Cartas desde el Molino”, que envían al diario La Vanguardia.