El hombre del golpe perfecto / L'uomo del colpo perfetto (1967)

El hombre del golpe perfecto / L'uomo del colpo perfetto (Aldo Florio, 1967)

Para lo que suelen ser este tipo de historias, la intriga de El hombre del golpe perfecto resulta bastante lineal, sin grandes sobresaltos argumentales. Lo cual resulta una virtud de partida y un leve lastre en la resolución. Un grupo internacional de joyeros se reúne para comprar unos diamantes a un gran jeque árabe. Pero, una vez pagada la mercancía y en vuelo hacia Ámsterdam, una banda criminal con medios sofisticadísimos hace explotar el avión. Unos hombres con trajes de amianto bajan de un helicóptero para recuperar los cofres y otros los trasladan bajo el mar al yate de Gustav (Luis Dávila). Pero Londres, preocupado por la desestabilización de la economía mundial, envía al agente Steve Norton (Richard Harrison) al lugar del siniestro para que colabore con el policía libanés Darvi (Franco De Rosa). La certeza de que sólo un controlador aéreo ha podido pasar la información del vuelo a los saboteadores lleva a Norton a un cabaret donde Margot (Rosalba Neri), la supuesta novia del controlador, le tiende una celada. La acción se traslada entonces a Maálaga , hacia donde se dirigen todos los interesados, amén de la amante de Gustav (Diana Lorys) y de una bella agente de seguros llamada Ulla Helger (Alida Chelli), con la que Norton deberá aliarse no sólo en lo profesional.

Si From Russia with Love (Desde Rusia con amor, Terence Young, 1964) puso Estambul de moda como localización para productos miméticos, Thunderball (Operación Trueno, Terence Young, 1965) sirvió de detenonate a decenas de títulos con agentes y villanos submarinistas. Tal es el caso presente, con la fotografía subacuática acreditada a Victor De Santis y asesoría de Giancarlo Gasparri. Gracias a esta argucia, los diamantes viajan hasta el yate y luego al chalé de Málaga sin que los más avezados agentes consigan advertir la más mínima actividad en el puerto. De todos modos, a la larga, esto termina minando un poco el interés de una intriga que ya sabemos. Tras una persecución por un pueblecito de la Costa del Sol que bien pudiera haber tenido lugar en Tánger o en cualquier otra localización exótica y una intervención de la policía española que no sabemos cómo pudo pasar los filtros censoriales, el clímax se ciñe al estándar de las novelas de a duro. Gustav coloca una ametralladora en el soporte en el que habitualmente está el loro apuntando a la indefensa Ulla y adosa al arma un microtransmisor con el que dispararán a distancia si Norton no les deja el camino expedito en su huida. ¿Llegará el agente a tiempo para rescatar a la chica?

Ninguno de los tres personajes femeninos -Ulla, Margot, Huguette- tiene un papel demasiado activo, pero la misoginia del gag final resulta apabullante.