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Las tropas de Napoleón se enseñorean de España. Un oficial francés y el jefe de una partida de guerrilleros están enamorados de la misma mujer.
GÉNERO: Aventuras ,Historia
La guerrilla (Rafael Gil, 1973)
A pesar de que Rafael Gil aseguraba que su adaptación del drama de Azorín carecía de relación con la Guerra Civil Española, la secuencia de apertura, con los soldados de Napoleón profanando una iglesia, remiten directamente a la iconografía que el franquismo construyó en torno a la Cruzada contra el comunismo. Redunda en esta interpretación, además, la defensa que los personajes españoles hacen de valores como la religiosidad, el patriotismo e, incluso, la rebeldía. Que un enemigo extranjero -oficial, por supuesto- prefiera morir con honor que escapar del pelotón de fusilamiento, sirve al final trágico y no desdice el planteamiento inicial.
La película se articula mediante un doble triángulo amoroso. Por una parte está el amor que por Juana María (La Pocha) sienten el coronel francés Santamour (Jacques Destoops) y el jefe de la partida de guerrilleros apodado El Cabrero (Paco Rabal). Por otra, el posadero (José Nieto) y su mujer (Eulalia del Pino), que es la amante del despótico alcalde del pueblo (Fernando Sancho). Los tres se dedican a la patriótica labor de emborrachar a cuanto francés acude a la posada, matarlo aprovechando su torpor y tirarlo al pozo. Descubiertos estos últimos por el coronel Santamour, éste pondrá a Juana María en el brete moral de decidir a cuál de los dos hombres se indulta, porque su padre no es el posadero, sino el alcalde. En una nueva burla por parte de los autores a propósito de la representación popular, los franceses han entreagado el bastón de alcalde al antiguo secretario municipal (Rafel Alonso), hombre pusilánime y tornadizo, siempre atento a por dónde sopla el viento y sólo apto para la obediencia.
El asalto al pueblo por parte de los guerrilleros el día de las ejecuciones, pone en marcha el desenlace.
En resumen, la lectura pacifista que proponía el director no es más que la paz del amor romántico y la renuncia renuncia heroica bajo la tutela de la guerrilla -fuerzas sublevadas que resisten al extranjero- en una relectura del mito de Lola la Piconera (Luis Lucia, 1951).