Capas negras (1947)

Capas negras (Armando de Miranda, 1947)

En su afán por ganar el favor del público, Armando de Miranda aúna en Capas negras la alegría -y el gamberrismo, ¿por qué no?- de la juventud estudiantil de Coimbra, el melodrama del amor materno y un buen puñado de canciones de un romanticismo exacerbado interpretadas por Alberto Ribeiro y la debutante Amália Rodrigues.

La acción arranaca en Coimbra, donde los estudiantes compaginan diversión, amores y el estudio inidispensable para sacar adelante la carrera elegida. Por sus aficiones canoras terminan intimando José Duarte (Ribeiro), estudiante de Deerecho, y Maria Lisboa (Rodrigues), moza de mesón. Al finalizar el curso, los titulados vuelven a sus ciudades de origen.José regresa a Oporto, su ciudad natal, donde piensa ejerecer como abogado. Sin emabrgo, una foto coprometedora y equívoca, hacen que dude de la lealtad de Maria y que la abandone sin dignarse a contestar a sus cartas. Pero Maria está enbarazada y le seguirá hasta la ciudad. Mientras tanto, José ha triunfado como cantante y viaja con sus compañeros a España. Incapaz de mantener a la criatura que ha dado a luz, Maria deja al niño a cargo de su padre sin saber que no está en la ciudad. La policía la detiene. Maria será juzgada por el mayor delito que puede cometer una madre: abandonar a su hijo. Deshecho el equívoco, José Duarte regresará a la ciudad para defender a la mujer ante el tribunal del modo que mejor sabe… cantando.

Aquejada de pobreza de recursos narrativos en algunas ocasiones y de excesos rayanos en la vanguardia en otras, Capas negras se sostiene por la capacidad evocadora de las canciones y fados que interpretan sus dos protagonistas, de modo que las melodías sirven de hilo conductor a una historia de amor en la que los amantes apenas comparten algún plano y en el que la mayoría del tiempo están separados por grandes distancias. La eficacia de la fórmula y del empeño de Armando de Miranda en conectar con la platea se vio refrendando cuando la película permaneció veinte semanas en su local de estreno, constituyéndose en el mayor éxito del cine portugués hasta esa fecha. Perdigão Queiroga retomará está vertiente populista de nuevo con Amália Rodrigues en Fado, história de uma cantadeira (1947).