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Antes de entrar en Madrid, en marzo de 1939, un grupo de compañeros de armas del ejército vencedor prometen reunirse al cabo de diez años.
GÉNERO: Bélico,Guerra Civil Española
La patrulla (Pedro Lazaga, 1954)
Enrique (Conrado San Martín), proyecto de abogado, y Vicente (José María Rodero), escritor en ciernes, van a darle a la familia de un compañero de patrulla la noticia de que el muchacho ha fallecido a causa de los disparos de un francotirador la misma noche en la que el ejército franquista entra en Madrid. Lucía (Marisa de Leza), la hermana del chico, les ha gustado a ambos. Luego, se reúnen con los otros dos compañeros de patrulla. Paulino (Antonio Almorós) no quiere volver al pueblo a destripar terrones y Matías (Julio Peña) teme el reencuentro con su mujer después de tres años de ausencia. Los cuatro acuerdan reencontrarse en diez años en el mismo lugar para ver que ha sido de sus vidas.
Sin embargo, Enrique decide volver a empuñar las armas para luchar contra el comunismo en la Unión Soviética. Parte hacia la estepa rusa como voluntarios de la División Azul, en compañía del hijo de Matías (Carlos Larrañaga). Enrique termina en un campo de concentración junto a un andaluz (Julio Risacal), un aragonés (Germán Cobos) y un madrileño que se pasa el día soñando con regresar a España (Adriano Domínguez). Mientras tanto, el tarambana de Paulino se ha metido en negocios sucios, que han propiciado su detención y Vicente se ha convertido en reportero y, al tiempo que hace averiguaciones sobre el paradero de sus antiguos compañeros, se acerca a Lucía.
Con el regreso de los últimos divisionarios a España a principios de 1954, el tema de la División Azul está de plena actualidad. Los falangistas José María Sánchez Silva y Rafael García Serrano escriben a cuatro manos un guión de urgencia en el que se postula una vez más la continuidad del franquismo en su lucha contra el comunismo, lo que convierte a España en aliado natural de Estados Unidos. Dicho vínculo queda explícitamente establecido cuando el piloto del avión estadounidense en el que Enrique escapa de la Unión Soviética expresa su admiración por el heroísmo español.
Con todas las ingenuidades inherentes al argumento, y sin orillar en lo más mínimo su intención propagandística, Lazaga opta por una mixtura genérica que va del cine de campos de concentración al género bélico y de la comedia romántica al policial pasando por el melodrama al estilo de The Best Years of Our Life (Los mejores años de nuestra vida, William Wyler, 1946). El dorector se muestra especialmente afortunado a la hora de encarar los tramos que tienen que ver con el contrabando de antibióticos y los combates en la nieve, asistido por nieblas y brumas que hablan más alto que todas las proclamas de la turbiedad moral en que se desenvuelve el relato. El otro elemento recurrente es la música, con una cajita que simboliza el amor entre Enrique y Lucía, y un sinfín de himnos patrióticos y canciones cuarteleras, que van pautando su clima emocional.