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Pancho "El Charro del Arrabal" y el gángster Johnny Carmenta desatan una auténtica batalla a tiros por el amor de la rumbera Rosa Carmina.
GÉNERO: Policiaco
Gángsters contra charros (Juan Orol, 1947)
Goza Juan Orol de una fama infame: la de ser el Ed Wood de México.
Orol nació en Ferrol, como Francisco Franco, -otros afirman que en Lalín (Pontevedra)- pero de muy niño partió hacia Cuba. De allí viajó a Veracruz y vuelta a Cuba. Su pintoresco currículum incluye empleos en terrenos tan variopintos como el periodismo, las carreras automovilísticas, el beisbol, el boxeo y el toreo. La leyenda asegura que fue novillero con el nombre de "Esparterito".
Su carrera cinematográfica arranca en 1935, cuando tras realizar funciones de producción en una película de Ramón Peón debuta en la direccción con el exitoso melodrama Madre querida. Sigue una larga filmografía en México y Puerto Rico en la que ejerce de director, guionista productor y actor, y cuya endeblez le vale el título de "el rey del churro". "Gracias a mis churros se consolidó la industria cinematográfica en México", se defendía Orol.
Gángsters contra charros es una de sus películas más célebres. Él mismo la protagoniza como el gángster Johnny Carmenta, entregado al crimen, como el malvado Carabel, para sobrevivir en un mundo de buitres. También está el despecho por el abandono de una mujer mala, cómo no. Para entrar en el mundo de la delincuencia se deja asesorar por un auténtico capo italo-americano que le ilustra en las diversas especialidades del oficio. Éstas no dejan ser meras viñetas de la picaresca local. Pero viñetas dramatizadas. Orol rueda estas ilustraciones y las incluye en el relato que se va perdiendo así en laberintos de subrelatos integrados en relatos, lo que da lugar, por ejemplo, a la inclusión de una interminable escena de lucha que acaba diluyéndose mansamente, como un arroyuelo cuando se incorpora a las aguas del río. Ni siquiera estamos ante un punto cardinal del argumento, que se va subdividiendo en función de los números interpretados en el cabaret por la cubana Rosa Carmina -rumbas con acentos humorísticos y paroxismo cadereante- y por las rancheras con las que lanza a los cuatro vientos su mal de amores el "Charro del Arrabal" (José Pulido).
Cuatro tiroteos y diez o doce diálogos expositivos completan el exiguo metraje de Gángsters contra charros, rodada con tanta ineptitud como convicción. Juan Orol hace gala de una ingenuidad tebeística a prueba de balas. Como en las historietas, los géneros se reducen a sus tópicos esenciales y se mezclan en feliz promiscuidad. Los personajes devienen arquetipos: los perros rabiosos Cagney y Bogart de los años treinta se topan con el Tito Guizar de Allá en el Rancho Grande (Fernando de Fuentes, 1936). Rosa Carmina no será Ninón Sevilla pero remeda a Jennifer Jones en el final de Duel in the Sun (Duelo al sol, King Vidor, 1946) con la misma fe con la que orol filma el duelo a muerte ante un fondo pintado.