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Alberto, un joven calavera, se encapricha de la hija del administrador del cortijo de su madre.
GÉNERO: Drama,Adaptación Literaria
La blanca Paloma (Claudio de la Torre, 1942)
La Virgen de la Paloma ya entró en Triana, novela póstuma -e inconclusa- de Alejandro Pérez Lugín, es el siguiente proyecto de Claudio de la Torre como director. Los interiores de La blanca Paloma se ruedan en los Estudios Roptence aunque buena parte de la acción tiene lugar durante la Feria de Abril sevillana y la Romería del Rocío. Es casi lo más destacable de esta película en la que Segismundo Pérez de Pedro “Segis” hace valer su experiencia como reportero cinematográfico. Las imágenes de las carretas por Doñana, la inusitada perspectiva de Sevilla desde el Guadalquivir y la llegada de la Virgen son lo más interesante, junto con algunas dramatizaciones de aire documental, como la escena en que los maletillas cruzan el río desnudos, de noche, para torear una becerra en el cortijo en el que Juan Antonio (Tony d’Algy) ejerce de capataz.
Estrellita Castro era la cancionista elegida para dar vida a Esperanza, el principal personaje femenino, pero cuando falló Claudio resolvió confiar el papel a la debutante Juanita Reina. Dentro de lo estereotipado del personaje –una trianera dicharachera, cantarina y devota- lo cierto es que el director consigue arrancarle cierta naturalidad. No obstante, el cincuenta por ciento de su papel es interpretar las coplas compuestas por Rafael de León y el maestro Quiroga, con quienes Claudio de la Torre ya había colaborado en la serie Canciones. En fin, que en esta ocasión Claudio no revisita la Sevilla de sus años mozos, la que quedó plasmada en En la vida del señor Alegre, sino la de la eterna pandereta. Fiel a Tony d’Algy y a su hermana Josefina, mantiene así prendida la llama de Joinville. El galán angolano se tiene que amoldar al tipo de curtido hombre del campo andaluz con su sombrero cordobés y perennemente ahorcajado en la jaca. Cuando su rival por el amor de Esperansiya incendie el cortijo y él quede ciego, se produce esta pequeña broma familiar: la enfermera encarnada por Josefina tiene que bajar la persiana para que Juan Antonio pueda quitarse la venda de los ojos antes de que su amada entre en la habitación del sanatorio.