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Rafael, un tratante de ganado castellano, se enamora de la gitana Azucena, a la que sus hermanos han prometido con un patriarca del Sacromonote granadino.
GÉNERO: Música,Drama
Bronce y luna (Javier Setó, 1952)
Bronce y luna cuenta los amores interraciales entre Rafael Olmedo (José Suárez), un ganadero castellano, y Azucena Heredia (Ana Esmeralda), a la que sus hermanos han prometido en matrimonio con Rufo Carmona (Barta Barry), patriarca gitano del Sacromonte granadino.
Rafael rapta a Azucena y la lleva a una fragua de la costa gaditana, donde se esconden hasta poder huir por mar a Gibraltar. En la herrería trabaja una mujer (Isabel de Castro) que representa el destino que aguarda a Azucena, con la frente marcada por no seguir la ley de la tribu. Los hermanos Heredia dan con ellos y los llevan al Sacromonte para que Rufo disponga de sus vidas.
Los compases iniciales, que muestran el encuentro entre Rafael y su gente conduciendo una recua de mulas y la familia de Azucena, camino del Sacromonte, tienen auténtico sabor vaquero. A pesar de que el diálogo sitúa la acción entre Castilla y Sevilla, la escena se rueda a orillas del río Besós con una yeguada de 40 ejemplares cedida por el ejército. Situación y soluciones visuales beben del western clásico, desmentido pronto por unos diálogos literarios a más no poder:
—Parece que te besara la noche —le dice la vieja Soledad (María Victoria Durá) a Azucena al sorprenderla mirando las estrellas—. Tu novio debería ponerle pleito a la luna.
Las situaciones se complican y prolongan inexplicadamente con el duelo diferido entre Rafael y Rufo. Los altos en el camino y los preámbulos de la boda gitana son otras tantas ocasiones para que Ana Esmeralda luzca sus habilidades como bailarina, pero poco más. Esto se hace evidente en las tres largas secuencias coreográficas en las que la danza toma las riendas del argumento, con su homenaje implícito en la escena del cortejo a “La danza del fuego”.