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Un borracho decide luchar contra quienes tienen sojuzgado a los habitantes de un pueblo de Arizona.
GÉNERO: Western
Brandy / Cavalca e uccidi (José Luis Borau, 1963)
Brandy es uno más de los westerns que Eduardo Manzanos produce utilizando como argumento las novelas de bolsillo de José Mallorquí antes de la eclosión del spaghetti western. La particularidad es que, en lugar de estar dirigido por un profesional todoterreno como Joaquín Luis Romero Marchent, va firmado por José Luis Borau, antiguo alumno del Instituto de INvestigaciones y Experiencias Cinematográficas y profesor de guión en la misma. Esto se advierte desde el principio, por la inclusión de didascalias que puntúan el metraje de la película en un recurso no sabemos si brechtiano o pragmático que, en cualquier caso, llama la atención sobre sí mismo. La primera de estas cartelas sitúa la acción en Tombstone, en 1880, una ciudad fantasma al haberse agotado las minas de plata de las montañas del Sur de Arizona. Aprovechando esta situación, el terrateniente Beau (Jorge Rigaud) y su sicario Moody (Robert Hundar) intentan aterrorizar al pueblo para quedarse con las tierras de la señora Garrido (Natalia Silva). Ésta ha pagado la fianza para que Tunnell (Luis Induni) salga de la prisión en libertad condicional y trabaje como capataz para ella. El sheriff (Antonio Casas) se ve impotente para contener la violencia que se extiende por la ciudad, mientras el alcohólico Brandy (Alex Nicol) pulula por allí, adulando a unos y otros para que le inviten a unas copas de coñac. Su oportunidad de resarcirse de las vejaciones a las que le someten todos llega cuando el banquero Underhill (Antonio Gradoli) promete que entregará dos mil dólares a quien consiga abrirla. Brandy consigue el dinero con una estratagema y le entrega parte a Eva (Maite Blasco), la camarera-cenicienta del saloon para que pueda pagar la contribución de su mina de plata. El asesinato del sheriff sirve a Beau para proponer que el manipulable Brandy ocupe el cargo, en una burla evidente a la justicia.
Los ecos de Rio Bravo (Río Bravo, Howard Haks, 1959), High Noon (Solo ante el peligro, Fred Zinnemann, 1952) y Shane (Raíces progundas, George Stevens, 1953) corresponden más a la cinefilia de Borau que a la novela de José Mallorquí, que había editado la editorial Cliper en su colección Oeste con el título de El sheriff de Losatumba. Mallorquí se hacía llamar en esta ocasión Carter Mulford.
Brandy se rueda en el poblado del Oeste que Manzanos había construido en Hoyo de Manzanares a lo largo de ocho semanas que duplicaban las inicialmente presupuestadas; por inclemencias climatológicas, según Borau, por la minuciosidad y lentitud del neófito, según Arturo Marcos, socio de Manzanos en estas producciones. El realizador debutante intenta aprovechar al máximo las oportunidades que le ofrecen los exteriores y el Totalscope, organizando la puesta en escena a todo el ancho de la pantalla y reforzando las relaciones entre los personajes mediante el uso de abundantes movimientos de cámara.