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Un capitán del ejército español, poco convencido de la guerra que España mantiene en el Rif, termina participando en el desembarco de Alhucemas.
GÉNERO: Bélico
Alhucemas (José López Rubio, 1948)
Alhucemas es una película de propaganda militar, realizada con la suficiente distancia de la Guerra Civil como para que la cuestión marroquí -hubo unos ochenta o cien mil efectivos rifeños en las filas del ejército sublevado- se hubiera apaciguado un poco y el cine español se decidiera a glosar una de las pocas victorias del ejército colonial en suelo africano: el desembarco de Alhucemas.
El siempre juvenil Julio Peña asumió el protagonismo y la producción -junto a su hermano Ramón- con toda clase de apoyos oficiales. El modelo es, una vez más, el del cine colonial italiano, con la mujer como serpiente tentadora en la retaguardia y la gesta heroica como posibilidad de redención de una vida muelle. Peña es el capitán Salas, militar por tradición familiar, que cumple sus dos años de servicio en África a regañadientes y añorante de Madrid. El comandante Almendros (José Bódalo) tiene a gala que ningún oficial de su batallón haya presentado la renuncia voluntaria al cabo de dicho plazo, por lo que se toma el regreso de Salas a Madrid como una cuestión personal. En la capital, toma el puesto del capitán que le ha sustuido en el destino africano en la boda por poderes con la amiga de una hermana del comandante (Sarita Montiel), justo en el momento en que el sustituto muere durante una acción bélica. A pesar de que se ha enamorado de Alicia (Nani Fernández), la hermana del comandante, Salas decidirá regresar a Marruecos en vísperas del desembarco de Alhucemas.
La inoperatividad del sistema parlamentario sirvió de excusa para el golpe militar, tanto a Primo de Rivera -con el apoyo de Alfonso XIII- en 1923, como a Mola, Franco y compañía en 1936. El hecho de que Primo de Rivera hubiera procalamado después del golpe de estado de 1923 abandonar aquella aventura y dos años después se lanzara a ella de cabeza, amén de que los perpetradores del golpe de 1936 fueran en buena parte africanistas, favorece la doble lectura. Es la ausencia de una subtrama o una matriz religiosa y ésta ambigüedad hacia los marroquíes, que habían servido al "Alzamiento", son los dos rasgos más acusados que impiden inscribirla en el "cine de Cruzada".