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Un hombre no quiere casarse con su prometida y decide huir, para lo que tomará la identidad de un amigo suyo.
GÉNERO: Aventuras ,Historia
La mantilla de Beatriz / A mantilha de Beatriz (Eduardo García Maroto, 1945)
1699. España y Portugal han firmado la paz y una cartela pero aún quedan heridas abiertas entre los dos países de la pelínsula ibérica. No obstante la cartela con que se abre la película asegura que en el futuro -o sea, recién finalizada la II Guerra Mundial- las naciones quedarán hermanadas gracias a los regímenes totalitarios de Salazar y Franco. O al menos, esto es lo que pretendían ambas cinematografías en un momento en el que los aliados italianos y alemanes acababan de perder la guerra.
El engarce es Eduardo García Maroto, quien ya había trabajado en Portugal para Cifesa, y que pone en marcha dos producciones en colaboración con los estudios y laboratorios Lisboa Filme. La primera será dirigida por él mismo y la segunda será Tres espejos / Tres espelhos (1946), cuya dirección se encomienda a Ladislao Vajda. Ambas cuentan con repartos mixtos hispano-lusos y, en el caso de la primera se recurre como material literario de partida a una recreación novelada por Manuel Joaquim Pinheiro Chagas de la comedia de Calderón de la Barca Antes que todo es mi dama. El propio Calderón, interpretado por Jesús Tordesillas, aparecerá en la película escuchando en un mesón las confidencias del caballero Francisco de Mendoça (Antonio Vilar) las intrincadas aventuras que le llevaron a conseguir desposar a Beatriz de Mascarenhas (Margarita Andrey). Este encuentro y el hecho de que la película comience en un corral de comedias -un trampantojo escenográfico creado por el ruso afincado en España Pierre Schild- confieren a la cinta un carácter de juego metanarrativo heredado de la novela de Pinheiro Chagas. Claro, que lo que allí era erudición, es aquí humor que da pie al principio de las aventuras y servirá para culminar la obra con un nuevo chiste en el que los protagonistas asisten a la representación de su propia peripecia si que el padre de Beatriz (Juan Espantaleón) consiga ni aún así desentrañar el enredo que ha vivido.
Y así, entre mil enredos y unos cuantos duelos a espada, la cinta se desarrolla a ritmo rápido y con apenas desmayos, aunque Maroto fuera muy crítico con la labor de montaje realizada en los estudios lisboetas llegando a calificar la operación de auténtica chapuza. Vista hoy en día, entre otras producciones posteriores de las denominadas de cartón-piedra, la ligereza de La mantilla de Beatriz / A mantilha de Beatriz prefigura algunos intentos de Ricardo Gascón o Luis Lucia a la hora de incorporar códigos del género de capa y espada al solemne cine histórico.