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Un treintañero indeciso ante la vida que aún vive con sus padres se encuentra con antiguo compañero de colegio que ha escrito, con el seudónimo de Mac Guffin, una novela policiaca de éxito. En la contraportada se dice que podría ser un agente de la CIA.
GÉNERO: Comedia,Intriga
La mano negra (Fernando Colomo, 1980)
La mano negra desarrolla la anecdota que había constituido el argumento del cortometraje Pomporrutas imperiales (Fernando Colomo, 1976): una vieja traición entre compañeros de instituto revive gracias un encuentro fortuito.
Colomo había incorporado ya algunos elementos propios del cine policiaco en ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste? (1978), pero en La mano negra, con la colaboración en el guión de Fernando Trueba, los trae a primer término. Y lo hace desde la más estricta cinefilia. Desde la elección del seudónimo del espía y escritor Mac Guffin (Joaquín Hinojosa) al romance de Isabel (Virginia Mataix) con el actor Fabio Testi, al que ha visto con arrobo en el Cinestudio Griffith protagonizando L’important c’est d’aimer (Lo importante es amar, Andrzej Zulawski, 1975). Las alusiones a John Le Carré en el programa de radio que dirige Carlos (Antonio Resines) o las citas literales de Raymond Chandler que constituyen el eje de la relación entre el misterioso autor y probable espía y el apocado Falceto (Íñigo Gurrea), se entrelazan con los intentos de este último por escapar a la madurez. Eterno adolescente a los treinta y tres años, Falceto vive en casa de sus padres (Mary Carrillo y Manolo Huete), mantiene una relación sin ningún compromiso por su parte con Rosa (Carmen Maura) e intenta acostarse como sea con Isabel. Son estas largas escenas las que nos devuelven al ámbito de Tigres de papel (Fernando Colomo, 1975) y a los códigos de lo que entonces se denominó “comedia madrileña”. El problema es que nada aportan a la progresión dramática y que tampoco resultan imprescindibles para el desarrollo del personaje principal. Por eso, pueden desaparecer en mitad del metraje sin que ocurra nada, para dejar sitio a la resolución, en la que cobra protagonismo repentino el banquero Boyero (Fernando Vivanco), antiguo compañero de instituto de Falceto y Garrido “Mac Guffin” e integrante con ellos de “La mano negra”. Entre estos dos polos, la película termina decantándose por la crónica de una amistad -y su reverso tenebroso, la traición- frente al resto de opciones, que quedan abiertas y sin resolución posible.
Arrancábamos evocando Pomporrutas imperiales y cerramos con otros dos mediometrajes de Antonio Drove: La caza de brujas (1967) y ¿Qué se puede hacer con una chica? (1969). Temas, reparto, incorporación al argumento de la propia cinéfilia… La obra de Drove previa a su incorporación a la industria se muestra como un manantial de ideas tremendamente productivo en el panorama de la comedia realista de la segunda mitad de los setenta.