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Juan, que vive con su tío Justino en el pueblo, marcha a hacer el servicio militar. Antes de partir, la joven Mariana promete esperarle, pero cuando Juan regresa se la encuentra casada con su tío.
GÉNERO: Zarzuela,Drama rural
¡Bruja, más que bruja! (Fernando Fernán-Gómez, 1976)
Juan (Paco Algora), un muchacho tan ingenuo como bruto, obtiene de Mariana (Emma Cohen) la promesa de que le esperará hasta que termine de cumplir el servicio militar. Todo esto se lo dicen cantando, porque ya se sabe que no hay mejor modo de expresar los sentimientos que la música. Y, como estamos en un pueblo de la España profunda, a poco que se junten una docena de vecinos, también ellos se ponen a lanzar gorgoritos y a oficiar de coro, como si estuviésemos en una zarzuela de ambiente regional.
Pero, ¡ay!, Justino el Rubiales (Fernán-Gómez), tío carnal del muchacho, aprovecha su ausencia para casarse con la chica, a la que saca un buen puñado de años. Como ella no termina de quedarse embarazada, el tío Justino recurre a los servicios de la Tía Larga (Mary Santpere), la bruja del pueblo. Pero también acudirán en busca de su ayuda Mariana y Juan, cuando éste regrese de la mili y pretendan liquidar al viejo. La bruja, que, a juzgar por los resultados de sus bebedizos, es una auténtica farsante, cobra sus buenos cuartos por convencer al tío Justino de que ha sido él quien ha dejado encinta a Mariana, cuando ha alcahueteado para que los jóvenes pudieran apagar sus mutuos ardores en feliz coyunda, cuyo resultado es el mencionado embarazo.
Ante la atenta vigilancia de Rufa (Estela Delgado), una criada disciplinante, Mariana y Juan van escalando en sus tentativas de deshacerse del viejo, hasta que deciden recurrir a un hacha que, gracias a un sortilegio de la Tía Larga, desaparecerá una vez cumplido su cometido.
¡Bruja, más que bruja! es una película difícil, con poca progresión dramática, y con los inconvenientes derivados de que sea una parodia. Ésta será siempre tanto más eficaz cuanto mayor sea el conocimiento del espectador de los códigos parodiados. Aquí se mezclan los de la zarzuela de ambiente regional, con partitura de Carmelo Bernaola, y los del drama rural “con crimen horrendo”, tan español como un romance de ciego. De estos últimos ya habían hecho uso Fernan-Gómez y Pedro Beltrán en El extraño viaje (1964) –otra película estrenada tarde y mal-, pero los primeros resultaban tan ajenos al espectador del estreno como al de ahora, cuarenta años después. A ello achacaba el director el escaso interés que el público demostró por la película. Ahora, en cambio, podemos disfrutar sin prejuicios con la incorporación de toda clase de recursos de brechtianismo carpetovetónico -coro, apartes, bises, avisos a los espectadores...- y de las interpretaciones de los recientemente desaparecidos Emma Cohen y Paco Algora.