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Elena Colomer, importante inversionista y esposa de un director de orquesta, aparece asesinada en su chalet la mañana siguiente a una fiesta que ha dado en su casa. El inspector Lozano investiga a todos los asistentes a la fiesta y descubre la podredumbre que se esconde bajo las alfombras de la alta sociedad.
GÉNERO: Intriga
Rueda de sospechosos (Ramón Fernández, 1964)
Después de debutar como director con tres comedias para Aspa Films y realizar otra más para el lanzamiento de la cantante juvenil Li Morante, Ramón "Tito" Fernández cambia totalmente de registro y en compañía de Enrique Urrutia escribe y produce Rueda de sospechosos.
Cinta de suspense al estilo de Agatha Christie, dedica el primer acto a presentar el comportamiento amoral de la alta burguesía madrileña. Pintores consagrados, actores de éxito, mujeres acaudaladas, tratantes en antigüedades y financieros mantienen turbias relaciones con cantantes de color, bailarinas de sala de fiestas y gitanos de tablao. Pero cuando el inspector Lozano (José Suárez) empiece a investigar el asesinato de Elena Colomer (Helga Liné), la basura aflorará a la superficie. Durante el segundo acto seguimos la investigación del comisario y sus ayudantes que deben confrontar las coartadas de cada uno de los sospechosos y esclareciendo las mentiras de quienes tienen mucho que ocultar. Al final, gracias a una artimaña tan hábil como la de los insospechados asesinos, el misterio quedará resuelto.
Ramón Fernández imprime un ritmo acelerado a la investigación, apoyándose en la interpretación de un crispado José Suárez, en la partitura jazzística de Adolfo Waitzman y en una planificación propicia al subrayado. La presentación de amores interraciales de una noche, prostitución masculina y viejos rijosos a la caza de adolescentes debió proporcionar a los autores más de un quebradero de cabeza con la censura. En algunos momentos su intención moral nos recuerda al cine de Basil Dearden y Michael Relph de finales de los cincuenta y principios de los sesenta. No obstante, hay piezas que no terminan de encajar por un exceso de formalismo y el doble flashback final resulta narrativamente eficaz pero dramáticamente inoperante.