La casta Susana (1944)

La casta Susana (Benito Perojo, 1944)

Benito Perojo tenía una larga carrera internacional a sus espaldas cuando llega a Argentina en 1943. Había pasado por Madrid, París, Hollywood y Roma, antes de establecerse en Buenos Aires en los años cuarenta y dirigir una serie de títulos de prestigio declinante para Pampa Films. De vuelta a España al final de la década da papeles protagónicos a intérpretes argentinos como Luis Sandrini, Niní Marshall o Mirtha Legrand, con la que había trabajado en La casta Susana.

Susana de Pomarel (Mirtha Legrand) recibe el premio a la virtud gracias a la mediación del académico Conrado des Aubrais. Pero la realidad está muy lejos de las apariencias. El señor Pomarel viaja a menudo y, además de coquetear con cuanto varón se le pone a tiro, Susana tiene dos amantes fijos que alternan los días pares e impares de la semana. Para dar celos René, al más joven de ellos, acepta los requerimientos amorosos del inexperto hijo de Aubrais (Juan Carlos Thorry). Como quiera que René pretende a la hija del académico y que la mujer de éste está dispuesta a hacer lo que sea con tal de conseguir una condecoración para su marido, la noche en el Moulin Rouge no puede ser más movida.

Con tal argumento, la película nunca pudo estrenarse en las pantallas españolas, claro. Perojo lleva al paroxismo varios recursos de las primeras operetas cinematográficas de Ernst Lubitsch, que ya había ensayado en La verbena de la Paloma (1935). Cámara, coreografía y montaje se ponen al servicio del movimiento musical que pauta las acciones. Estás se atienen al canon del vaudeville a la francesa, con sus cornudos petulantes, sus mujeres frívolas y sus criados más respetables que los señores. La casta Susana resulta así uno de los mejores títulos de Perojo, que conjuga oficio y vista comercial.