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Don Floripondio es un hombre viudo, tan bueno como torpe y que tiene tres hijos pequeños. Con la ayuda de sus amigas Paloma y su madre Doña Fe logra sacar adelante a los pequeños y recuperar al "golfillo" de su hijo mayor, que a la sazón resultará ser el novio de Paloma.
GÉNERO: Comedia
Don Floripondio (Eusebio Fernández Ardavín, 1936)
El actor Valeriano León había estrenado la comedia de Luis de Vargas Don Floripondio en el Teatro Apolo en 1928. Ocho años después repite el papel de este pobre hombre, cuya bonhomia e inutilidad anda en coplas, para la pantalla. Don Floro tiene un hijo perdis (Manuel Dicenta) y otros tres pequeños a los que no tiene con que darles de comer. Pero resulta que el hijo canalla está ennoviado con una buena muchacha (Mercedes Prendes) y que ésta y su madre hacen todo lo que pueden porque saque a su familia adelante.
Don Floripondio será así mozo en una librería, "caradura" en el pim-pam-pum y administrador de una condesa cuyos hijos lo llevan a un cabaret para sacarle los cuartos.
La película se estaba rodando en los estudios Roptence el 18 de julio de 1936. Los trabajos quedaron suspendidos durante breve tiempo por las circunstancias que vivía la ciudad y se remató como mejor se pudo. Pero el hecho de que Valeriano León se significara a favor de los sublevados impidió su estreno en el Madrid del "¡No pasarán!". Tampoco su tono populista -bien que moralizante y conservador- convenció a la Junta de Censura de los vencedores, por lo que hubo que hacer nuevos ajustes de montaje en 1939.
Llega, al fin, a las salas madrileñas en enero de 1940, donde no pueden menos que extrañar comportamientos y actitudes que quedarán desterrados de la pantalla durante bastantes décadas. Los modos del sainete se conjugan con algunos números musicales a la americana -complemento imprescindible al parecer de casi cualquier película de estos años- y con apuntes menos evidentes del cine frentepopulista francés. A pesar de la ausencia de cualquier indicio de la situación que se vivía en Madrid durante el rodaje, el principal valor de Don Floripondio es, por tanto, su condición de testimonio de una época.