Mi fantástica esposa (1944)

Mi fantástica esposa (Eduardo García Maroto, 1944)

Caruchita (Antoñita Colomé) está aburrida de la vida rutinaria que le ofrece su marido (Paco Melgares), contable en un banco. Su único consuelo son las novelas de quiosco, gracias a las cuales vive vicariamente aventuras sin cuento y emociones a tutiplén. Al comprender que otro sábado de bombones, zapatillas y cotidianeidad doméstica acabará definitivamente con su matrimonio, Isidoro decide dar un vuelco a su vida. Distrae doscientas mil pesetas de la caja del banco y arrastra a Carucha a una carrera criminal por toda Europa: robos de joyas en fiestas de la alta sociedad lisboeta, sustracciones en grandes hoteles italianos, e, incluso, un asesinato que les impide volver atrás. Pero en Roma, el célebre detective internacional Jim Crab se pone sobre la pista de la pareja.

Sobre un guión literario de Francisco Ramos de Castro, produce y dirige Eduardo García Maroto esta sólida comedia, escapista desde su mismo planteamiento. Carucha es lectora empedernida de la colección “Biblioteca Oro” de la editorial Molino y de una absolutamente insólita en la España de la Sección Femenina: “Mujeres Audaces”.

La evolución de la II Guerra Mundial invita a leer en clave de obsolescencia programada los destinos elegidos por la pareja. Portugal, país en el que Maroto ha trabajado durante la Guerra Civil y al que regresará en breve como pieza clave de las coproducciones ibéricas, mantiene su estatus neutral aunque no oculta con quién están sus simpatías. Italia se ha mostrado activísima en los años inmediatamente anteriores en la producción de películas para el mercado español e hispanoamericano. Bélgica y la mitad de Francia viven bajo la ocupación. Sin embargo, nada de esto se traslada a la pantalla. Los supuestos delincuentes viajan sin problemas por el gran mundo sin que el eco de los cañonazos les perturbe lo más mínimo. O sí… porque de regreso a España tropiezan con los problemas de combustible y el gasógeno contrasta vivamente con los viajes en los grandes expresos europeos.

Entre la comedia a la húngara practicada en Italia y la estética inverosímil postulada por Enrique Jardiel Poncela en Los ladrones somos gente honrada, Mi fantástica esposa devana en clave de comedia amable una madeja en la que la sátira sólo queda apuntada. La inmoralidad manifiesta de los personajes culmina con la propuesta de Carucha de ejecutar dos golpes simultáneos en Madrid y escapar a América, donde vivirán como multimillonarios. Isidoro objeta escandalizado que su honorabilidad quedaría por los suelos, pero ella replica que con dinero se consigue cualquier cosa.

El restablecimiento final del buen orden burgués y cristiano –con embarazo y zapatillas incluidos- no obsta para que la fantasía haya volado libre de ataduras durante la mayor parte del metraje.