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El teniente Herrera se incorpora al ejército español en Marruecos. Allí se siente atraído por el misterioso capitán Valcázar y su concepto del honor militar y la muerte.
GÉNERO: Bélico
¡Harka! (Carlos Arévalo, 1941)
Según nos informa una cartela al principio de la película, una 'harka' es una hueste guerrera marroquí, irregular, confusa y brava mandada por oficiales españoles. Estamos, pues, en la guerra de Marruecos y en pleno ciclo de cine bélico-colonial y exaltación de la hermandad hispano-marroquí, aún calientes las cenizas de la España arrasada por la Guerra Civil.
La harka del comandante Prada es la más expuesta y en ella destaca el capitán Santiago Balcázar (Alfredo Mayo), valiente, leal y enamorado de África. La incorporación del teniente legionario Carlos Herrera (Luis Peña) hace nacer entre ambos una profunda amistad. Pero Herrera se enamora de Amparo (Luchy Soto), la hermana de la viuda de un compañero recién llegada a Tetuán.
Amparo le pide que renuncie al riesgo y el teniente Herrera se traslada con ella a Madrid durante un permiso. A su regreso, el capitán le monta una escena de celos más propia de un amante despechado que de un compañero de armas. Herrerita deberá decidir entonces entre la cómoda vida en la península o convertirse en un auténtico oficial de harka.
¡Harka! es una película torpe desde el punto de vista narrativo, con abundantes escenas explicativas, incisos más paisajísticos que antropológicos y fallos de continuidad en las escenas bélicas. Si funciona, y a fe que lo hace, es por su fuerza épica y por el dibujo de la relación entre sus dos protagonistas.