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Dos amigos, autor el uno, actor el otro, deciden dejar la mediocre vida provinciana y triunfar en Madrid. Un día, hacen un pacto: el que primero muera volverá al lado del otro para aconsejarle en las elecciones vitales en las que tan fácil es tomar la senda equivocada.
GÉNERO: Comedia,Fantástico
El destino se disculpa (José Luis Sáenz de Heredia, 1945)
El Destino (Nicolas D. Perchicot) es un modesto funcionario, un tanto harto de que los hombres le echen las culpas de sus penalidades; por ello ha escrito una fabulilla (“qué funcionario no ha escrito su comedia… o su guión de cine”) con la que pretende ilustrar a los espectadores: el relato de las casualidades que la vida pone al paso de una pareja de amigos, el poeta Ramiro Arnal (Rafael Durán) y el cómico Teófilo Dueñas (Fernando Fernán-Gómez).
El juego continúa cuando el relato nos traslada a Replanillos, de donde son oriundos los protagonistas. Teófilo aparece con su levita y su perilla, como si se hubiera escapado de El escándalo (José Luis Sáenz de Heredia, 1943). Juego, decíamos, porque en realidad se trata de una representación teatral en la que el histriónico Teófilo lanza maldiciones contra el malhadado destino (“triste condición la de ser una hoja seca en medio de un ciclón”) antes de morirse entre aplausos. Herreros, que tiene una intervención como el empresario del teatro, certifica las palabras del autor: “¡Hojas! Nada más que hojas”.
Alentados por el éxito, Teófilo, Ramiro y la hermana de éste, Benita (Milagros Leal) se lanzan “al carrusel de la capital. El carrusel, como todos ustedes saben –puntualiza el Destino- es esa cosa que da vueltas”. Sáenz de Heredia aprovecha la metáfora visual de la Cibeles para realizar un rápido montaje al estilo de las sinfonías urbanas de los años veinte que sirve de transición al peregrinar de los amigos en busca de un trabajo que cuadre con sus intereses.
En la Sideral Films Teófilo espera encontrar ocupación como actor y Ramiro ha entregado un guión en el que tiene puestas todas sus esperanzas. Una serie de casualidades enlazadas hace que pierdan este trabajo, que Valentina (María Esperanza Navarro), una modesta muchacha de Replanillos enamorada de Ramiro, se instale en su casa, y que éste consiga un empleo como locutor radiofónico. Durante la celebración de una traída de aguas a un pueblo conoce a Elena (Mary Lamar), de la cual se enamorisca en competencia con Teófilo, y a Rufino Quintana (Manolo Morán), un estafador que se hace pasar por ingeniero. El agua no llega pero Quintana resuelve el expediente con un “esto está oficialmente inaugurao ya. Ea, vamos a tomar una copita”.
Teófilo hereda de un pariente lejano y esto le hace caer en la cuenta de que nada de lo ocurrido hasta ese momento ha obedecido a su voluntad, sino a una serie de casualidades. A fin de blindar su porvenir hace un pacto con Ramiro: quien primero muera avisará a quien le sobreviva de las trampas que el Destino ponga en su camino. Apenas sellado el acuerdo un coche atropella a Teófilo.
—Me estoy muriendo muy mal, ¿verdad Ramiro? No debo impresionar nada. Ni me aplaudirían, pero es que ahora no consigo acordarme de lo que hay que hacer.
Tanto en el amor como en los negocios, Ramiro va de cabeza. Elena y Quintana buscan únicamente su dinero. El fantasma de Teófilo intenta advertirle una y otra vez, encarnado en objetos tan dispares como un perchero, el quijote de un pisapapeles, palo de golf, perro callejero o un trozo de queso gruyere. Pero sus advertencias de nada sirven a un Ramiro cegado por la belleza de Elena y la ambición, que le lleva a meter todo el dinero de la herencia en la nueva estafa de Quintana: un supercombustible que acabará de una vez por todas con la gasolina.
El destino se disculpa obtiene la calificación de Interés Nacional y un premio del Sindicato Nacional del Espectáculo de 100.000 pesetas. Sin embargo, el público no quiso embucharse la moraleja, la película “fue un fracaso y la productora prefirió seguir por caminos más rentables” .