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Mary sueña con seguir los pasos de su madre, Stella Marco, en otro tiempo famosa cupletista.
GÉNERO: Música,Comedia
La vieja estrella del cuplé Stella Marco (María Fernanda Ladrón de Guevara) vive rememorando pasadas glorias, viendo como su chalet, que en tiempos recibía a admiradores de todo el mundo, se ha convertido en una pensión. Todas sus esperanzas estaban puestas en su hija, pero Mary… Mary es Mary Santpere, así que ya se pueden ustedes figurar que todo aquel glamour de los años veinte que la película atribuye al mundo del cuplé se queda en nada. Stella está resentida con su hija por haber acabado con su carrera y no haber conseguido reverdecer sus éxitos, los de aquellos tiempos cuando ella fue proclamada “Miss Cuplé”.
Stella se queja amargamente de que una legión de artistas de medio pelo y edad inconfesable han conseguido volver al escenario menos ella. Y todo porque “una película” ha vuelto a poner de moda estos cantables picarescos procedentes de Franci.. En esto el guión es claramente autorreferencial. Miss Cuplé es una parodia de El último cuplé, estrenada en 1957 pero que supuso un bombazo de tal calibre que todavía circulaba por las pantallas españolas. Repiten los guionistas de ésta (Antonio Mas Guindal y Jesús María de Arozamena) y se reprisan tres de las canciones que interpretara Saritísima y que Mary Santpere canta en guasa: “Nena”, “Es mi hombre” y el hit “Fumando espero”.
-¿Qué va a hacer con “Nena”? –pregunta una de las “viejas glorias” que asiste a la representación desde un palco. Y otra le contesta:
-¡Tú verás! Un cuplicidio.
¿Era esta la intención de la película? ¿Explotar las dotes de parodista de Mary Santpere? Probablemente. En el escenario todo se desarrolla conforme a esta premisa. Sin embargo, Arozamena y Mas Guindal no son capaces de urdir un armazón en el mismo registro. Al elemental argumento de la temperamental Amalia Escuder (Marta Flores), recién regresada de América con su estrella declinante a la que sustituye Mary, que es la encargada del vestuario, le sucede una trama melodramática en que aparece un galán más interesado en el negocio inmobiliario que se pueda hacer con el chalé familiar que en ella. Una vez más, Mary tiene que salir al escenario. El corazón llora pero ella debe hacer reír, interpretando el fox-trot “¡Venga alegría!”, aquél que decía: “Soltera y sola en la vida, por una mala partida...”.
Lazaga aún no había entrado en el adocenamiento que su trabajo sufrió desde mediados de los sesenta y se permite algunas figuras de estilo. Como lo que está en juego es la belleza o fealdad de Mary y la capacidad del triunfo de embellecernos a los ojos de los demás, recurre repetidamente a planos compuestos con espejos en el que la artista y su reflejo conviven. Habría hecho falta el rigor de un Douglas Sirk para que la cosa fuera más allá de un mero apunte.
Al menos la película nos permite contemplar a dos estrellas de la vieja escuela: María Fernanda Ladrón de Guevara, cuyos trabajos tardíos tuvimos ocasión de comentar a propósito de Altas variedades, y Roberto Rey, como el empresario don Fernando. Éste fue apodado, cuando el cine español lanzaba sus primeros gorgoritos, como el Chevalier español” y cuenta en su filmografía con el honor de haber protagonizado la mejor versión de La verbena de la Paloma, que dirigió Benito Perojo en 1935.
Circo Méliès