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Tengamos la guerra en paz (Eugenio Martín, 1977)
Eugenio Martín y su coguionista Antonio Fos intentaron concliar la revisión de la Guerra Civil Epañola, propiciada en la cinematografía española por la muerte del Caudillo, y la comeda sexy, casi podríamos decir que "alla'italiana". Las citas de Mariano José de Larra y Caludio Sánchez Albornoz que abren y cierran la película deberían situar la operación en el terreno del progresismo. Sin embargo, el vaciado ideológico al que se somete a la historia con la pretensión de contentar a unos y otros termina dinamitando tal pretensión. La intención metafórica está presente desde el principio de la película: ante un ataque de los subelvados, Daniel (Paco Cecilio) escapa en pelota picada de los republicanos que le tienen prisionero. Su desnudez es el correlato de su falta de compromiso con ninguno de los dos bandos. En erl peublo en el que se refugia parece imperar una situación similar. Hay sendos alcaldes (Luis Calvo y José María Caffarel) con sendas mujeres de armas tomar (Queta Claver y Mary Carrillo) y sendas hijas de muy buen ver (Verónica Miriel y Fedra Lorente), necesitadas de varón ante el reclutamiento de todos los habitantes de sexo masculino menores de cncuenta años. Quiere el destino que Daniel se cuele en la cama de Catalina, la hija del alcalde republicano, lo que le obliga a una unión libertaria con ella a punta de escopeta. Pero Lourdes, la hija del alcalde faccioso, también ronda a Daniel y en cuanto las fuerzas alzadas hacen una incrusión por el pueblo, los padres aprovechan para sellar su enlace con un matrimonio canónico. Cuando una tercera muchacha busca sus favores, los dos bandos se enfrentan. Es sólo el pereludio al sangriento enfrentamiento que tendrá lugar en el momento en que dos camiones de los ejércitos enfrentados desemboquen en la plaza del pueblo. Durante unos minutos, Eugenio Martín suspende el tono farsesco del relato y se decanta por la acción y la realidad de la muerte. El final pretende recuperar la metáfora. Daniel convive con sus dos mujeres embarazadas: la "tercera España" es un ejemplo de reconciliación y convivencia. Claro, que esta clausura obvia tanto la violencia ejercida en cualquier localidad durante los primeros meses del conflicto como la cruenta represión que ejercieron los vencedores de la contienda. No obstante, parece que la crítica contemporánea se sintió más ofendida por el carácter cómico-erótico de la cinta que por su inconsistencia moral.