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La Cenicienta y Ernesto / Cenerentola ed Ernesto (Pedro L. Ramírez, 1957)
En una ciudad de provincias en la que nunca pasa nada, todas las empleadas de la zapatería están perdidamente enamoradas de Ernesto (Franco Intterlenghi), el teniente de la guarnición. Pero de entre todas ellas, Julia (Antonella Lualdi) es la más perseverante en su sueño de amor. Para ayudarla a cumplirlo el destino hace llegar por tren a un hada: un abogado trapisondista (Antonio Garisa).
Julia está a punto de cumplir veintiún años y sus padres adoptivos (Rafael Bardem y Matilde Muños Sampedro) no quieren que se entere de que no son sua auténticos progenitores. Pero hay una pequeña cantidad de dinero de la que debe disponer ella misma llegada su mayoría de edad y por eso recurren al abogado. Sin embargo, éste, ante la golosina que se le presenta, echa a rodar la bola de nieve de una herencia millonaria. Con la complicidad de Sebastián (Joaquín Roa), un periodista local, hace correr el bulo de que Julia va a recibir treinta millones de pesetas. La tranquila ciudad pronto queda patas arriba: las fuerzas vivas le dedican toda clase de zalemas a “la marquesita”, que se muda con su familia a una gran casa en la Plaza Mayor. El noviazgo con el teniente prospera, ella se muestra pródiga con sus antiguos vecinos… Todo parece ir viento en popa, hasta que aparece en el pueblo un sinvergüenza (Rafael López Somoza) aún mayor que Felipe, que pretende ser el tío conde de la heredera.
Ante la marcha de Rafael Gil de Aspa Films, Vicente Escrivá acepta una idea de su viejo amigo Vicente Coello y pone en marcha una coproducción con Italia que pone en manos del otro realizador de la casa: Pedro Luis Ramírez. El resultado es un producto voluntariamente ingenuo, con toques de humor costumbrista, convenientes dosis de moralina y sentimentalismo –con niño tullido incluido- y un reparto coral que arropa a los -para el publico español de la época- poco conocidos actores italianos que encabezan el reparto. Una pirueta final proporciona un "happy end" que es como la guinda de este pastel un tanto empalagoso.