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Héroes del aire (Ramón Torrado, 1957)
El director de Botón de ancla (1948) y de La trinca del aire (1951) recupera el esquema argumental de aquéllas como punto de partida para Héroes del aire. Tres hombres se incorporan a la escuadrilla de cazas del comandante Gonzalo Rivas (Alfredo Mayo). El más descarado del grupo es Alfredo Soler (Julio Núñez) de cuya hermana (Lina Rosales) se enamora el heróico comandante.
Pero este esquema argumental constituye sólo el primer flashback de un relato que adopta sucesivos esquemas genéricos -algo muy habitual en Torrado- para constituir un melodrama en toda regla construido en torno a dos historias de amor cuyo foco de atención se ve continuamente desplazado. A esta lógica del punto de vista alterno corresponden los otros dos flashbacks carentes de interés en lo relativo a la progresión dramática, suerte de piezas exentas con autonomía propia. Si el primero, focalizado en el comandante, corresponde a este esquema bélico, propicio a la aventura heróico-aeronáutica y a la diversión polifónico-cuartelera, el segundo, que se centra en Isabel, desarrolla la trama romántica del militar convaleciente y la mujer de pasado infeliz. El colofón melodramático será la reaparición del marido al que Isabel creía muerto (Tomás Blanco) quien la chantajea para desaparecer definitivamente de su vida.
Ambas analepsis se encuadran en la investigación que se sigue en el presente contra Soler por haber estrellado su aparato y negarse a revelar a dónde volo con él. La tercera y última presenta el encuentro de Soler con Herminia (Maria Piazzai) una bella azafata y sus planes de boda. Ha sido precisamente durante el último vuelo transatlántico de ésta, que Isabel le ha pedido que vaya a pagar al chantajista y por lo que él no puede revelar la verdad al ahora coronel Rivas, su superior en el servicio de Búsqueda y Salvamento de Aviones.
El último acto tiene lugar en el marco de este servicio, del que Soler ha sido relevado. No obstante, decidirá abordar en pleno vuelo el avión de pasajeros en el que viaja Herminia, al sufrir el piloto un desvanecimiento, haciéndose acreedor así a la redención de cara a sus superiores. Encuadrable plenamente este último dentro del cine de catástrofes, con un razonable trabajo de maquetas y fotografía en brillante Eastmancolor, Héroes del aire termina siendo una de las mejores películas de Ramón Torrado, en la que, a pesar del desgalichado armazón argumental, puede lucirse en todos los registros.
El Superpanoramic que aparece en la publicidad de la cinta no parece una marca comercial de las lentes anamórficas de Cinepanoramic, sino un modo de realzar el modesto panorámico 1,66:1 en el que, a juzgar por los encuadres, debió presentarse la película en salas.