Los invitados (1987)

Los invitados (Víctor Barrera, 1987)

El 22 de julio de 1975 la policía encontró en el cortijo sevillano de Los Galindos, propiedad del marqués de Grañiza, cinco cadáveres: los del capataz de la finca Manuel Zapata y su mujer, Juana Martín; los de los tractoristas Ramón Parrilla y José González, y el de Asunción Peralta esposa de este último. El crimen nunca fue resuleto. Alfonso Grosso noveló los acontecimientos, atribuyendo el móvil a un ajuste de cuentas por una plantación de marihuana. Su novela, Los invitados, quedó finalista del Premio Planeta en 1979 y, en 1987, Víctor Barrera, alias Vic Winner, alias Víctor Alcázar, realiza una adaptación cinematográfica que se dice “inspirada” en la misma.

La cinta presenta a Tony McKenzie (Pablo Carbonell), un ex-legionario que trabaja para una organización mafiosa británica. Marruecos ha cortado el suministro de hachís y pretenden montar una plantación de marihuana en la península. Quiere el destino que el Jaguar de Tony se averíe junto a un latifundio cuyo mantenimiento lleva un capataz de armas tomar (Raúl Fraire). Agobiado por problemas económicos familiares y ante el absentismo del marqués, propietario de las tierras, el capataz decide aceptar la propuesta del británico, para lo que busca la colaboración de un tractorista apodado El Canijo (Pedro Reyes) y su ambiciosa novia, La Catalana (Amparo Muñoz). Pero en la finca empiezan a producirse misteriosos robos de cáñamo y la mujer del capataz (Lola Flores) cuestiona la moralidad de lo que están haciendo.

El argumento busca, sin terminar de lograrlo, el equilibrio entre la intriga, la incursión en la España negra y los apuntes sociológicos sobre el atraso económico de Andalucía.