Tango Bar (1935)

Tango Bar (John Reinhardt, 1935)

Tango Bar es una producción de la Éxito Productions de Carlos Gardel, rodada en los estudios de Paramount Pictures en Nueva York y distribuida por esta compañía que había lanzado internacionalmente al zorzal criollo como estrella cinematográfica en sus producciones hispana de Joinville-le-Pont.

Como es habitual en este tipo de películas, Gardel interpreta a un ídolo de la canción poco afortunado en amores y en los hipódromos. Arruinado por la apuesta a un caballo que ha perdido "por una cabeza", Ricardo Fuentes (Gardel) se embarca en algún lugar de América en un transatlántico que le llevará una vez más a Europa. En Barcelona le espera un ventajoso contrato para actuar en el Tango Bar. Pero en su camino se cruza la bella y enigmática Laura Montalbán (Rosita Moreno). Él la corteja con tanto denuedo como escasa fortuna. Por desgracia, ella no es digna de su admiración, pues se trata de una aventurera asociada con un tahúr y ladrón de joyas apodado "El Comandante" (Enrique de Rosas). El ingenioso robo de la pulsera de brillantes de la señora Cohen (Carmen Rodríguez) es descubierto por Ricardo, que no delata al Comandante por no perjudicar a Laura. Ambos actúan juntos en el music hall barcelonés, pero Ricardo lucha consigo mismo por despreciarla:

—Las mujeres que se venden, dan lo que tienen. Usted es peor que ellas... Es la trampa, la celada fría, la estafa.

—Nunca me ha hablado nadie así.

—Porque nadie la quiere como...

—¿Qué?

—No. ¿Para qué? Su día está cumplido. Laura Montalbán tiene unos brillantes más y muchas vergüenzas menos. Adiós.

El empeño de la joya por parte del Comandante y el compromiso en que podría poner a Laura el que no la recuperara anima a Ricardo a pagar el precio usurario que pide por ella un canalla apellidado González (Manuel Pelufo). Éste llama a la policía. Laura dispara contra él. El inspector Aguilar (el español José Nieto) se presenta en el Tango Bar, pero cuando pretende encontrar la joya en poder de Ricardo, la caja de caudales está vacía. En realidad, Ricardo cuenta con dos cajas fuertes:

—Dos cajas... A fuerza de andar entre bandidos, se termina por ser baquiano.

Sólo queda ya la renuncia del cantante y la redención de la mujer caída para que ambos puedan reunirse en el barco que les devuelve a Buenos Aires.

Tan esquemática peripecia constituye el argumento completo de la película. Dos actos y un epílogo salpicados de canciones, que es lo que verdaderamente importa al público. Y aquí es donde se evidencia el carácter netamente transnacional del proyecto. Los escenarios elegidos permiten incorporar tanto compañías de bailarinas inglesas que actúan indistintamente a ambos lados del Atlántico como emigrantes que regresan a España llenos de nostalgia por la tierra de la que se tuvieron que marchar y también de cariño por la que les acogió. La situación da pie a que Gardel interprete una jota aragonesa -no sabe uno si con demasiada fortuna- y que mencione a una abuela española que le enseñó una canción titulada "Lejana tierra mía", que en realidad es una creación ex novo de Gardel y Le Pera.