La casa de las sonrisas (1948)

La casa de las sonrisas (Alejandro Ulloa, 1948)

Elena (Guillermina Grin) acoge en su casa a un grupo de mujeres jóvenes. Todas ellas están aquejadas de problemas sentimentales de un tipo u otro, pero la solidaridad que se ha crea entre ellas las ha llevado a bautizar este refugio, en el que tienen prohibida la entrada los hombres, como "la casa de las sonrisas". La vida diaria discurre pautadamente gracias a los buenos oficios de la maternal Ramona (Camino Garrigó) y de la atolondrada Alicia (Ana María Méndez), una doncellita respondona y de modales un tanto bruscos.

Marga (Alicia Palacios) se entregó por amor a un señorito (Carlos Agosti) y ahora debe purgar su destino de mujer caída. Se redimirá gracias a la adopción de un bebé cuya desalmada madre se iba a deshacer de él, lo que dará lugar a una denuncia y a una de las secuencias más disparatadas de la película.

Lucía (Juny Orly) es la intelectual, periodista y novelista, adicta al misterio y con los únicos pantalones que circulan por la casa, pero incapaz de soportar la felicidad de sus compañeras. Isabel (Luana Alcañiz) en cambio, tiene envidia de la amistad que existe entre ellas, de la que se siente desplazada por su posición acomodada. Susana (Marta Flores).

Matilde (Rina Celi) va a casarse con su novio, un mecánico recién ascendido a jefe de taller, pero el gesto de asco del hombre al enterarse de que ella padece tuberculosis los separa irremediablemente.

Clara y Elvira (Esperanza Barrera y Laura Ley) son el día y la noche, según se hace patente el día en que entran a trabajar en los grandes almacenes de don Leandro (Antonio Bofarull), en los que ya trabaja Susana (Marta Flores). Despierta, vivaracha y un poco atolondrada la primera, dispuesta a hacer carrera aunque sea a costa de seducir al tontorrón de don Leandro; apocada, feúcha y tímida la segunda, enamorada platónicamente de un compañero de trabajo (José Vivó) que sólo tiene ojos para Clara.

Laura (Isabel de Pomés) es la romántica del grupo, que apenas gana para satisfacer el gasto de la pensión y se refugia en la música que toca al piano. Guarda para sí un secreto mayúsculo, que terminará resolviéndose gracias a la intercesión de Elena. Ya sólo queda por resolver el problema de ésta, casada con un delincuente que la ha abandonado e inasequible a los requerimientos de Alberto (Tony D'Algy), un abogado que espera pacientemente a que la situación se resuelva.