Los espías matan en silencio / Le spie uccidono in silenzio (1966)

Los espías matan en silencio / Le spie uccidono in silenzio (Mario Caiano, 1966)

Unos motivos "op art" de andar por casa sirven de fondo a los títulos de crédito de Los espías matan en silencio y adronarán luego las paredes de la cámara del laboratorio del villano Rachid (Andrea Bosic) donde el agente de Su Majestad británica Michael Drum (Lang Jeffries) está a punto de convertirse en una máquina de matar al servicio del Mal. Porque gracias a una droga de su invención, más potente que la heroina, Rachid domina la voluntad de los hombres y se dedica a acabar con cuanto científico investigue en la curación de los males que atribulan a la humanidad. Es sólo un primer paso: en su laboratorio de Beirut está perfeccionando un rayo que cumplirá el mismo cometido pero con multiudes, aunque en el estado actual sólo sirva para achicharrar a aquéllos que sufren sus efectos. Sin embargo, en una de sus idas y venidas de Londres al Libano -el paso por Madrid es tan anecdótico que sólo contemplan unas panorámicas de la Cibeles y la Gran Vía- Michael se ha hecho con un antidoto y logra así evitar el aseinato de Bergson (Jesús Tordesillas) y la anulación de la voluntad de Grace (Emma Danieli), una joven a la que tampoco sabemos por qué ha secuestrado y drogado Rachid. Pero todo funciona de este modo arbitrario en un guión que los italianos atribuyen a Guido Malatesta con la colaboración del director y por el que en España recibe acreditación exclusiva el empresario, melómano y mecenas David Moreno Mingote.

Bódalo interpreta a un policía agregado a la embajada británica en Líbano, de nombre Craig, con la misma convvicción que si se apellidara Gutiérrez y estuviera en una comisaría madrileña.