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Un farmacéutico miedoso termina ingresando en la policía y haciendo frente al crimen organizado para salvar a la chica que le gusta de los camellos que la han convertido en adicta.
GÉNERO: Acción,Comedia
Policía (Álvaro Sáenz de Heredia, 1987)
Con The Streets of San Francisco (Las calles de San Francisco, 1972-1997) y Hill Street Blues (Canción triste de Hill Street, 1881-1987) como referencia y tres cuartos de humor casticista, Álvaro Sáenz de Heredia escribe y dirige su tercera película, dispuesto a demostrar que es capaz de conjugar humor, drama y acción en un producto solvente, equiparable a los que realizan cualquier otra cinematografía. ¿La excusa argumental? Pues un nieto del cuerpo, Gúmer (Emilio Aragón), bastante cobardica, que termina ingresando la policía y patrullando el Madrid de los Austrias en compañía de un veterano desengañado y alcohólico (Agustín González). En la farmacia con cuyo atraco arranca la película trabajaba con Gúmer, Luisa (Ana Obregón), que por aquello del paro rampante termina luciendo palmito en una barra americana y enganchada hasta las trancas del caballo con que trafica Maxi (Juan Luis Galiardo). Tras varias acciones que terminan bien a pesar de la torpeza de Gúmer, éste se reencuentra con Luisa y decide rescatarla de la red de narcotráfico. El tratamiento de deshabituación en una granja cuesta caro y la policía lo costea a cambio de que regrese junto a Maxi y actúe como confidente sobre la llegada del alijo más importante que haya desembarcado nunca en España. Para rescatarla de los malos Gúmer habrá de convertise en un auténtico “action hero”.
Si la primera parte se desenvuelve en tono de comedia, en la segunda priman el drama y la acción. Agotado el filón del cine quinqui -el cameo de José Luis Fernández El Pirri apunta en esa dirección-, Álvaro Sáenz de Heredia parece tomar como modelo aquellas cintas de exaltación policial que Iquino facturara en la década de los cincuenta, con José Sepúlveda ejerciendo de enlace con aquel ciclo. El paro, la droga, la violencia y la paranoia ciudadana son sólo parte de un paisaje contra el que los protagonistas pueden desplegar sus buenos sentimientos. Aquí no cabe ambigüedad ninguna. El tópico de buenos y malos se viste además con el "nuevo diseño de uniforme con que será dotada próximamente la Policía Española", según anuncia una cartela al principio de la película.