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Un joven músico se instala en casa de su tutor, por cuya mujer, una célebre primera actriz, ha estado platónica pero también públicamente enamorado.
GÉNERO: Drama
El gran galeoto (Rafael Gil, 1951)
El abismo que se abre entre el industrial bilbaíno Acedo (Ramón Martori) y su hijo Ernesto (Rafael Durán) no es sólo generacional. El padre ve las veleidades artísticas de su hijo como un capricho de titiritero que lo aleja de la tradición familiar. Mientras la conflictividad laboral en los astilleros crece y los anarquistas atentan contra los empresarios, Ernesto está embebido en la creación de un ballet y en su amor platónico por la primera actriz Teresa La Bisbal (Ana Mariscal). Ésta acaba de contraer matrimonio con don Julio Villamil (José María Lado), un diputado al que precisamente, el padre de Ernesto le encomienda la tutela de su hijo cuando cae víctima de un atentado anarquista. Y a partir de aquí arranca el drama de las habladurías de las dama, que siempre han desaprobado esta boda con una cómica, y las burlas de sus rivales políticos, que no dudan en utilizar cuanta arma esté en su mano para desacreditar al marido. La actividad anarcosindicalista y las intrigas parlamentarias proporcionan una estupenda cobertura ideológica —esto es, conservadora, propatronal y antiparlamentaria— de cara a la administración. Luego, el melodrama va ganando intensidad y tiene su apogeo en el doble duelo de Julio y Ernesto con el malvado vizconde de Nebreda (Fernando Sancho) y en la escena en la que a Teresa le niega la entrada en su propia casa el hermano de su marido (Juan Espantaleón).
Como ya hiciera en películas tan distintas como El clavo (1944) o Teatro Apolo (1951), Rafael Gil se ocupa tanto de proporcionar solidez al relato —con excursos cómicos protagonizados por Enrique Herreros, Antonio Riquelme, Conchita Fernández o Julia Lajos— como de dar el ambiente de una época, a lo que contribuyen los decorados de Enrique Alarcón, la fotografía bicéfala de Kelber y Guerner, los figurines de José Luis López Vázquez e, incluso, las clases de esgrima de Ángel Monís.