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Un sereno madrileño prohija a un golfillo huérfano.
GÉNERO: Comedia
El golfo que vio una estrella (Ignacio F. Iquino, 1955)
Nemesio (Fernando Vallejo) es un viejo sereno que se encuentra a un bebé abandonado. Incapaz de abandonarlo en la inclusa, lo adopta, aunque ya presupone que con la vida nocturna que lleva él, el crío saldrá hecho un golfo. Así es, en lugar de ir a trabajar a la carpintería, Colilla (Pepito Moratalla) se dedica a revender las bombillas de las farolas, a la compra-venta de cromos y se amaneja en el Rastro como por su casa. Con estas pullerías junta el jornal que lleva a casa los sábados como si lo trajera del taller. El segundo acto arranca con la llegada a la humilde casa de la hija de Nemesio (Isabel de Castro) y sus dos hijos: Nuri (Elena Astell) y Ramonet (Jaime Paloma). Ella ha quedado viuda, está enferma y se ha visto obligada a viajar desde Lerida a Madrid para que alguien cuide de sus hijos. Se acerca la festividad de Reyes y los nietos de Nemesio quieren escribirles una carta para que les traigan el dinero que necesita su madre para curarse. Todos los mimbres ternuristas del sainete más convencional se concitan en este argumento, incluida la exaltación de las instituciones estatales —en este caso el cuerpo de Correos al completo— ni la impronta moralista, que nunca faltan en las películas de Iquino. Por el camino, se cuela la miseria del Madrid de los años cincuenta: miseria material pero también moral, regida por la ley de la supervivencia en un medio hostil.
Saza interpreta a un farmacéutico en paremanente estado de histeria y Gila a un soldado que encuentra en sus bolsillos cualquier cosa menos los dos reales que le pide Colilla por medio paquete de Ideales:
—Tenía yo dos reales nuevos… ¡Como los haya perdido! Verás tú ahora. Y todo, por no meterlos en la caja fuerte del banco, que es lo que tenía que hacer. Y no es por los dos reales, ¿sabes?
—No, mi capitán, es por el disgusto que se lleva uno.