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El cura de aldea (1926) contada por: DQVlapeli

Sobre la película

El cura de aldea

ESPAÑA, 1926
IDIOMAS: Español | 60 min. | Blanco / Negro | 1,33:1 Mudo

DIRECCIÓN: Florián Rey
PRODUCCIÓN: Atlántida Films (España)
INTÉRPRETES: Elisa Ruiz Romero Romerito, Marina Torres, Rafael Pérez Chaves, Constante Viñas, Luis Infiesta, Carmen Rico, Alfonso Orozco, Leo de Córdoba, Manuel Alares Vela
GUIÓN: Florián Rey, Carlos de Arpe
ARGUMENTO: de la novela homónima de Pérez Escrich
FOTOGRAFÍA: Carlos Pahissa

SINOPSIS:

Un hombre mata al hermano de su mujer creyendo que es su amante y rechaza a su hijo.

GÉNERO: Drama



CONTADA POR:
DQVlapeli
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El cura de aldea (1926) / El cura de aldea (1936)

Por Dqvlapeli Blog - De qué va ... - 26/11/2014

El cura de aldea (Florián Rey, 1926) / El cura de aldea (Francisco Camacho, 1936)

Adaptación de prestigio del popular drama folletinesco de Pérez Escrich producida por Cifesa y encomendada a Francisco Camacho. Éste había realizado en las postrimerías del mudo una celebrada versión de Zalacaín el aventurero, de Pío Baroja.

blog El cura de aldeaLos infortunios se ceban en la madre de Diego y, luego, en el hijo, que es repudiado por su padre y reclutado para ir a la guerra contra los carlistas, pero Diego está enamorado de la sobrina del cura y el buen hombre hará todo lo que esté en su mano para que se reconcilie con su padre. Calificada como una de las películas más reaccionarias del periodo republicano por Román Gubern, tildada de anacrónica por los críticos en el momento de su estreno, ignorada por los espectadores que acudían al cine en masa para ver otras películas de Cifesa, El cura de aldea resulta un experimento fallido desde su misma concepción. Camacho pretendía seguir la línea popular de otros éxitos de la casa valenciana, apoyándose en una cuidada ambientación charra -incluidos los motivos musicales arreglados por Rafael Martínez, el hermano de Florián Rey- y subrayando los aspectos más folletinescos de la trama. Lo reconoció sin ambages durante la filmación y Cifesa se apresuró a desdecirle resaltando, en cambio, los aspectos más humanos del drama.

Durante la primera parte los antecedentes se dan de foma casi telegráfica. Las escenas de diálogo se suceden monótonas proporcionando al espectador información verbal que rara vez cuaja en imágenes potentes. Los dos crímenes que son el motor de la acción proporcionan algunos de los escasos momentos de respiro, como la transición en que la madre de Diego aparece vestida con el albo traje de novia que se trueca mediante un encadenado en luto por la muerte de su suegro. Otro recurso traído del silente y que se reproducirá más adelante es la utilización de cortinillas para ilustrar, mediante flashbacks, la relación de unos hechos que acabamos de ver representados. Lo que pudiera parecer una solución de economía narrativa termina convirtiéndose en rémora. Durante la segunda parte, cuando el conflicto se centra por fin en Diego y su padre y el cura y su sobrina, la acción gana algo en dinamismo. Aquí se sitúa la escena más potente de la película desde el punto de vista visual: la secuencia de montaje en que los mozos salen con antorchas a buscar al cura. Desde el punto de vista del argumento la expedición nocturna resulta absurda, pero Camacho se permite realizar una pieza autónoma de montaje que contrasta con todo lo que hemos visto hasta ese momento y por eso mismo llama nuestra atención.

Las interpretaciones están revestidas también de una solemnidad un poco plúmbea, incluida la de Juan de Orduña en el papel de Diego. A la vuelta de la guerra Orduña se convertirá, junto a Rafael Gil, en el principal director de Cifesa.

La versión de Camacho devuelve el marco de la acción a las guerras carlistas -en las que la situaba Pérez Escrirch-, en tanto que en la versión de 1926 Florián Rey traía la peripecia al pasado inmediatísimo, situando al protagonista en la guerra de Marruecos, en uno de los episodios más vistosos de la cinta: carros blindados y heliógrafos nos invitan a comulgar con la moderna tecnología bélica, lo que permite a Florián eludir el carácter sangriento de la aventura militar española en Marruecos. Por lo demás, la condición de folletón del original literario, con la multiplicación de personajes, peripecias y coincidencias, parece más apto para la elaboración de un serial -con sus tramas paralelas y sus puntos álgidos cada tanto- que para un largometraje.

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