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Una mujer madura se queda sola en casa durante el verano. En el balcón de enfrente, una pareja joven y desinhibida provoca su curiosidad.
GÉNERO: Intriga
Un balcón sobre el infierno / Constance aux enfers (François Villiers, 1963)
Un balcón sobre el infierno es una película de intriga canónica, con un poquito de Rear Window (La ventana indiscreta, Alfred Hitchcock, 1954) y otro tanto de Les Diaboliques (Las diabólicas, Henri-Georges Clouzot, 1955), pero hemos de suponer que el cóctel ya venía así preparado de la novela de Jean-Pierre Ferrière, publicada en una colección popular de la editorial Fleuve Noir.
Constance (Michèle Morgan), una viuda de mediana edad, asiste con ansiedad creciente a las escenas de amor y a las discusiones de una pareja joven formada por Hugo (Simón Andreu) y Psacale (Dany Saval). Él es un fotógrafo desempleado y ella una starlette momentáneamente sin contratos. Es verano, el edificio ha quedado vacío salvo ellos tres. La ventana de la casa de Constance le ofrece una perspectiva amplia de lo que ocurre en la casa de enfrente. Inesperadamente, la mujer es testigo de cómo Hugo estrangula a Pascale. Constance decide esconderlo en su casa y antes de que pase mucho tiempo se convierten en amantes. Pero, a partir de ese instante, la mujer empezará a recibir cartas de un chantajista cuyas pretensiones económicas cada vez son más elevadas.
Si bien los giros supuestamente inesperados de guión resultan bastante previsibles, Manuel Berenguer realiza un magnífico trabajo de iluminación. La escena que exige una mayor suspensión de incredulidad por parte del espectador es la inmediatamente posterior al asesinato de Pascale, cuando Constance invita a Hugo a entrar en su casa a pesar de lo que acaba de ver. Berenguer ilumina los planos con los dos de perfil de modo que él quede permanentemente en sombra y ella reciba la luz, subrayando sutilmente la naturaleza moral de los personajes y proporcionando al espectador el subtexto de lo que realmente está ocurriendo.