La mestiza (1956)

La mestiza (José Ochoa, 1956)

Como el policía encarnado por Dana Andrews en Laura (Otto Preminger, 1944) también el inspector Ahmehd (Luis Peña) está obsesionado por una mujer fallecida cuyo retrato preside la residencia de Alex Wagner (Rolf Wanka). Ahora se acaba de producir un incidente que acaso le permita esclarecer el crimen: acaba de llegar a Tánger la hermana gemela de la fallecida, la mestiza Laura Montes (Silvia Morgan), casada con el traficante de piedras preciosas Alex Wagner (Rolf Wanka).

Con economía narrativa propia del cine de género, tan pronto Laura desembarca en Tánger nos enteramos de que ella y su hermana gemela formaban parte del Trío Caribe y de que la condesa Sara (Lida Baarova), la propietaria del cabaret donde trabajaban, ha mantenido una relación con el aún incógnito Alex, al que ambas pretenden localizar a toda costa. Pasa algo más de tiempo, hasta el regreso precipitado de Alex a Tánger, hasta que sepamos que Diana, la hermana gemela de Laura, fue asesindada, pero que el inspector sospecha que hubo un trueque. Además, entre el inspector y la muchacha existe un vínculo que ninguno de los otros tiene: el color de su piel. El policía lo asume sin complejos, pero para Laura, que podría pasar por blanca a pesar de sus rasgos exóticos, se trata de un conflicto psicológico aún no resuelto, a juzgar por el número de veces que lo saca a relucir, siempre con un matiz de rencor.

Laura se instala en la pensión de doña Lola (Matilde Muñoz Sampedro) en compañía del nuevo pianista del cabaret, hasta que la condesa la localiza y la lleva junto a su supuesto marido. La duda sobre lo que sucedió la noche de la muerte de Diana y un disco con una música tribal y obsesiva provocan el flashback sobre el que se articula el siguiente bloque narrativo. Joe (José Manuel Martín), el percusionista del Trío Caribe, tiene dominada a Diana y pretende hacer lo mismo con Laura, pero ésta no se deja intimidar por sus bofetadas. Su boda con Alex significaría que el color de su piel no es un obstáculo para triunfar en la vida, pero cuando regresan a Tánger de su luna de miel en París Álex niega ante sus amigos que se haya casado con ella. Ofuscada, Laura abandona el local. Joe la sigue. Le pide que robe la agenda de Wagner para chantajearle. Ella se niega a hacerlo y él la estrangula y arroja su cadáver al mar. Para obstaculizar la investigación, hace que Diana salga de la ciudad con el pasaporte de Laura. Ahora ha regresado para robar la agenda y entregársela a Joe. Lo hará durante la fiesta en que Alex va a presentarla en sociedad como su mujer.

Conscientemente deudora del cine negro estadounidense y del polar francés, con una construcción excesivamente esquemática y, en opinión de uno, con una situación equivocada del flashback que dinamita el suspense que mantendría no el whodunit policiaco, sino la decisión de Alex de seguir adelante con el juego de la ambigüedad sobre la identidad de la mujer, La mestiza sube enteros en los escasos pasajes en los que la acción se desarrolla en exteriores y, sobre todo, en la casbah.

Para que no hubiera demasiada distancia entre el ambiente que retrataba la película y la realidad, la condesa está interpretada por Lidia Baarova, que había sido amante de Josef Goebbels, había trabajado en la Italia fascista y había sido condenada a muerte por colaboracionismo en su Checoslovaquia natal. En su azarosa biografía apareció entonces Jan Kopecky, un agente teatral sobrino del ministro del Interior. Conseguido el indulto, la pareja se traslada a España donde colaboran con la productora Hispamer, gestionada por la actriz Silvia Morgan y Sergio Newman. Lida Baarova entra así en el reparto de Miedo (León Klimovsky, 1955), en cuyo reparto también figura Rolf Wanka. En cuanto a Kopecky, su intervención en La mestiza aparece acreditada como una “colaboración adjunta a la producción” y con su nombre de pila castellanizado como Juan.