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Una joven, cansada de trabajar en el cultivo de tabaco con su padre en la provincia de Pinar del Río, decide ir para La Habana a probar suerte, pero luego de varios tropiezos, termina trabajando en una fábrica de tabaco. Estando allí se enamora de uno de los dueños, un joven que recién llegaba al país después de varios años de estudios en el extranjero, pero este joven estaba comprometido con la hija de su socio y aquí comienza una lucha entre las dos.
GÉNERO: Drama,Música
Embrujo antillano (Geza P. Polaty y Juan Orol, 1945)
La única ilusión de Caridad (María Antonieta Pons), apodada La Veguerita, es abandonar la Vega, donde no tiene otro porvenir que el tabaco, y marchar a La Habana para estudiar Magisterio.
A pesar de la oposición de su padre, Caridad marcha a la ciudad donde termina encontrando trabajo en la fábrica de tabacos "La Primorosa Habana", cuyo propietario es amigo de su progenitor. Pronto se siente atraída por Ramiro (Ricardo Armengod), el heredero de la fábrica, pero Ñico (Carlos Badías), un canalla que pretende conseguir el cargo de gobernador mediante el tráfico de influencias, la asedia. Para completar el cuarteto, la coqueta Ana María (Blaquita Amaro) le tenía echado el ojo a Ramiro desde la infancia.
Pero la noche antes de salir para la Vega para intentar salvar la cosecha con un método revolucionario, Ramiro salva a Caridad de que sea secuestrada por Ñico y ella se le entrega. Ella se instala en secreto en un bohío veguero y él acude cada noche a visitarla, hasta que Ñico los descubre y, rechazado por Caridad, corre a contárselo a Ana María. Si hasta este momento el folletín -"El único pecado de amor es... no querer bastante".- había alternado con los exteriores, ahora se lanza por la pendiente del melodrama, entendido en su acepción de drama con música. El enfrentamiento entre las dos mujeres se traduce en una especie de "coplas de pique" cuya denominación cubana se nos escapa. Es en estas escenas protagonizadas por María Antonieta Pons y Blanquita Amaro donde Embrujo antillano gana algunos enteros. Sin embargo, un montaje torpe -firmado por el propio Polaty- y una planificación frontal y en exceso alejada de los intérpretes en los interiores, lastra notablemente el resultado final y avala las malas críticas que la película cosechó por motivos espurios.
Si algunas copias prescinden del nombre de Juan Orol en los créditos, su participación parece evidente por el protagonismo de María Antonieta Pons -su musa de entonces- al frente del reparto y perlas sólo atribuibles a su inefable talento:
-Tú sí que eres mala... con lo buena que estás -le espeta Ñico a Caridad en el baile.