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Una recién casada es incapaz de retener a su marido. Su abuela bajará del cuadro que tienen en la sala y ocupará su lugar.
GÉNERO: Comedia
¡SOS, abuelita! (León Klimovsky, 1959)
En pleno cambio de registro, al tiempo que se recicla en ¿Dónde vas, Alfonso XII? (Luis César Amadori, 1958), Paquita Rico deja atrás su etapa de folklórica y lo intenta con una comedia fantástica a ritmo de cha-cha-chá. Sólo han pasado tres años de matrimonio y Raúl (Gustavo Rojo) ha decidido llevarse la cama a otra habitación, dejando sola en el dormitorio conyugal a la atribulada Clemen (Paquita Rico). Su abuelo (Jesús Tordesillas) y el extenso servicio de la casa (Erasmo Pascual, Josefina Serratosa, Aníbal Vela hijo...) se solidarizan con ella, ante lo que les parece un auténtico despropósito. Siguiendo los consejos de su psiquiatra (Tomás Blanco), Clemen organiza una gran fiesta en casa, pero su empeño en cantar habaneras del tiempo de su abuela y en servir refrescos sin alcohol, hace que los invitados abandonen la casa como las ratas un barco que naufraga. Sola en la biblioteca, pide ayuda a la efigie de su abuelita. Ésta cobra vida, abandona el retrato y le propone un cambio. Ella conseguirá que Raúl vuelva con Clemen, en lugar de seguir a Fernanda (Marcela Yurfa) al extranjero, donde sí que existe el divorcio.
El pie forzado de la doble interpretación de Paquita Rico -poco apta para la comedia sofisticada y pobremente dirigida- es el principal hándicap de ¡SOS, abuelita!. El resto del reparto "juvenil", los decorados... todo tiene un aspecto relamido y un poco cursilón, como contagiado del personaje de Clemen. Al mismo tiempo, la supuesta transgresión encarnada en el de la abuelita, no da para mucho más que para beber champán, fumar tabaco rubio y no respetar los semáforos. Así que Klimovsky se aplica a intentar sacar partido de la comedia física... sin demasiada fortuna. Queda entonces el interludio musical, resuelto sin demasiado dinamismo, pero fiel reflejo de los sueños de la España desarrollista: alta costura francesa, automóviles y scooters italianos, y salones de belleza estadounidenses.