No encontré rosas para mi madre (1973)

No encontré rosas para mi madre / Roses rouges et piments verts / Peccato mortale (Francisco Rovira Beleta, 1973)

A veces, dirigir una película "de oficio" no basta. Rovira Beleta, artífice de una filmografía más que solvente durante los años cincuenta y los primeros sesenta, se traslada a Madrid para intentar insuflar algo de vida a esta coproducción hispano-ítalo-francesa con un reparto de campanillas que incluye a Danielle Darrieux, Gina Lollobrigida, Susan Hampshire, Renaud Verley, Concha Velasco y Maribel Martín. El resultado es una cinta irredimible, en la que la supuesta amoralidad de sus protagonistas, se traslada a la labor de dirección. La historia de la fijación edípica que Jaci (Verley) siente por su madre (Darrieux), el chuleo al que somete a una dama acaudalada (Lollobrigida) y a una vedette de revista (Velasco), su relación desprejuiciada con la falsificadora de Picassos Elaine (Hampshire) y su matrimonio de interés con una adolescente que padece una minusvalía psíquica (Martín), procedente de una novela de José Antonio García Blázquez, se traslada a la pantalla mediante una orgía de ralentíes, desenfoques, zooms y panorámicas violentas, que pretenden legitimar un producto en el que su propio director no confía. De ahí que el final no resulte solamente cínico, sino desconsolador.

Todavía hay que colocar en la columna del debe el hecho de que la película se ruede en doble versión, con desnudos de Concha Velasco -antes del sonadísimo de Yo soy fulana de tal (Pedro Lazaga, 1975)- y Maribel Martín -mediante la utilización de una doble de cuerpo-, que desaparecen del montaje en la versión española.