Una gota de sangre para morir amando (1973)

Una gota de sangre para morir amando (Eloy de la Iglesia, 1973)

Un grupo de vándalos vestidos de cuero, con cascos de motoristas y armados con látigos asalta un domicilio burgué, destroza el mobiliario y viola a los dos miembros adultos de la familia, que se disponía a ver A Clockwork Orange (La naranja mecánica, Stanley Kubrick, 1971) en la pantalla televisiva. Todo forma parte de un clima moral que Víctor (Jean Sorel), un eminente especialista en psicoterapia criminal, achaca a la violencia imperante en la sociedad. Por eso ha ideado un procedimiento para combatir este problema mediante el estímulo electrónico del cerebro de los delicuentes. Víctor invita a Ana (Sue Lyon), una enferma ejemplar con la que quiere casarse, a una de estas sesiones con apariencia de electroshock mondo y lirondo. Pero Ana esconde un secreto. En realidad es ella la asesina de adolescentes, mantis que mata después de disfrutar de los machos a los que seduce con difrentes disfraces. Quiere la casualidad que David (Chris Mitchum), expulsado de la banda por sus escrúpulos a la hora de infligir daño a los demás, entré en casa de Ana para robar y vea cómo comete uno de sus crímenes. A partir de aquí, la película se convierte en un juego del ratón y el gato.

Una gota de sangre para morir amando dibuja una distopía en la que Eloy de la Iglesia y sus coguionistas infunden algunos apuntes sobre el control social y alguna ironía sobre la generación hippie, a la que se supone que pertenecieron los padres de Ana.