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A Sevilla llega un representante que busca una nueva artista a la que lanzar en el mundo del espectáculo.
GÉNERO: Música
Suspiros de España (Benito Perojo, 1938) / Suspiros de Triana (Ramón Torrado, 1955)
Suspiros de Triana (Ramón Torrado, 1955) es una revisión de Suspiros de España (Benito Perojo, 1938). Ésta había sido una de las producciones que Benito Perojo había realizado durante la Guerra Civil en estudios alemanes para la Hispano Filmproduktion de Wilhelm Tehr. Sin perder de vista la repercusión que las producciones de Cifesa con Imperio Argentina habían tenido entre el público latinamericano, urden una españolada a partir del célebre pasodoble homónimo, compuesto por Antonio Álvarez Alonso en 1902. Juan Antonio Álvarez Cantos, al parecer sobrino del músico, crea entonces una letra preñada de nostalgias transatlánticas a la que se ceñirá el argumento de la película: “Dentro del alma te llevaré, / cuna de gloria, valentía y blasón. / España, ya nunca más te he de ver. / De pena suspira mi corazón. / Si con el viento llega a tus pies / este lamento de mi amargo dolor, / España, devuélvelo con amor, España de mi querer”.
El argumento de Suspiros de Triana, realizada casi veinte años depués por Ramón Torrado para la productora del propio Benito Perojo, es casi idéntico. Sole (Estrellita Castro / Paquita Rico) es una chica humilde del barrio de Triana, a la que Carlos (Roberto Rey / Angelillo), un cazatalentos con base en América, pretende llevarse para allá. Su padrino (Miguel Ligero / Antonio Riquelme) es un borrachín empedernido sojuzgado por su señora (Concha Catalá / Rafaela Satorres), lavandera encargada de la limpieza de la ropa interior de Carlos. Por similitud argumental, se mantiene, incluso, la anécdota del planchado de los calzoncillos para el encuentro del cazatalentos y la cantante neófita, que tan adverso efecto produjo entre la crítica al estrenarse la primera versión. El regreso de Angelillo a las pantallas españolas después de casi décadas de exilio propicia que el personaje sea también cantante. Y el destino del barco en el que la protagonista canta el inmortal pasodoble que daba título a la primera película es ahora México, en lugar de Cuba.
El Gevacolor –hoy absolutamente desvaído- y el protagonismo de Paquita Rico marcan, en cambio, la datación de la cinta de Torrado. Y el nivel de autorreferencialidad, aunque esto sea moneda común en las películas folklóricas de la época. Empezando por la voz en off de Ángel de Echenique, que nos invita a los espectadores a buscar al protagonista por toda Sevilla, propiciando la mirada directa al objetivo de la cámara por parte de los interpelados, recurso que se hará patente, esta vez sin justificación alguna, cuando Paquita Rico cante en la cubierta del barco que se la lleva de su tierra “Suspiros de España”, que se reprisa en ambos finales en formato de dúo.