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Dos parejas en la Barcelona contemporánea.
GÉNERO: Experimental
Cada vez que... estoy enamorada pienso que es para siempre (Carlos Durán, 1967)
Carlos Durán estampa al pie del crédito de dirección de su primer largometraje las siglas IDHEC, que acreditan su titulación en dirección por parte del Instituto de Altos Estudios Cinematográficos de París a principios de los 60. No es extraño pues que implícita y explícitamente nos encontremos ante una película tributaria del cine de Jean-Luc Godard. Si al principio se mencionan À bout de souffle (1960) y Pierrot le fou (1965), un largo plano de los protagonistas en coche tomados de espaldas remite a Bande à part (1964) y la fragmentación en planos de detalle de la escena de amor remite a Une femme mariée (1964). Durán se apropia del molde de la Nouvelle Vague en una de las obras más características de la Escuela de Barcelona. Esto es: fotografía, modelos, relaciones desinhibidas, cinefilia, pop... La historia parece que va a centrarse en el reencuentro de Serena (Serena Vergano), propietaria de una agencia de modelos en Milán, y Mark (Daniel Martín), un hombre de negocios. Pero hacia la mitad decide seguir a la pareja joven: Ana (Irma Wallig), una chica que está a punto de casarse en París, y Salva Irazoqui (Jaap Guyt), un fotógrafo de modas.
La autoironía final -cómo ganar dinero invertiendo en terrenos y cómo perderlo haciendo una película- es la única conclusión lógica a un discurso hecho de secuencias autónomas que postulan una Barcelona más europea que española.