En mil pedazos (1980)

En mil pedazos (Carlos Puerto, 1980)

Tres cosas convierten en insufrible a esta película de Carlos Puerto. La primera es una voz en off reiterativa, grandilocuente, redundante y estúpida mediante la que el detective Jorge Sueiro (Hugo Stiglitz) explica los motivos de su obsesión. La segunda, la presencia al frente del reparto del actor mexicano y de una absolutamente inexpresiva Victoria Vera. La tercera, el calco descarado de Vertigo (De entre los muertos, Alfred Hotchcock,  1958) en lo que concierne a la trama del detective que sigue a la mujer misteriosa: el coche, el cementerio, la escollera frente al mar, la villa abandonada, la tentativa de suicidio...

Armando Novaes (Héctor Alterio) le ha pedido que la siga mientras él se marcha de viaje. Teme que ella se suicide. Jorge se va obsesionando por esta mujer, que le recuerda a su hija, muerta cuando él se empeña en detener solo a un delincuente al que lleva persiguiendo desde hace años, Da Costa (Andrés Resino). Pero la obsesión por la mujer le lleva a olvidar a su némesis. Y así, la trama va a cumulando tópico tras tópico sin que ninguno ofrezca el más mínimo atisbo de originalidad.