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El Mirlo llega al cabaret El Falcón Alegre, en un puerto donde atracan contrabandistas. Allí canta Colomba, su amante antes de que él ingresara en prisión.
GÉNERO: Drama,Música,Policiaco
El puerto de los siete vicios (Eduardo Ugarte, 1951)
Ésta es la tercera película de Producciones Cinematográficas Isla, la compañía del poeta y editor español Manuel Altolaguirre, exiliado en México desde el fin de la Guerra Civil. Entre 1950 y 1953 la productora rodó seis títulos, buena parte de los cuales fueron dirigidos y en oacasiones coescritos por el también español Eduardo Ugarte.
Ugarte había escrito teatro en colaboración con José López Rubio al final de la década de los veinte, estuvo contratado por la Metro-Goldwyn-Mayer en Hollywood en la época de las producciones multilingües, colaboró en La Barraca con Federico García Lorca y en la productora Filmófono con Luis Buñuel. En México se reencontró con él y colaboraró en el guión de Ensayo de un crimen (1955). Precisamente la producción más recordada de P. C. Isla es otra película de Buñuel: Subida al cielo (1952).
A partir de un guión del propio Altolaguirre y del vienés Egon Eis, El puerto de los siete vicios acumula cuanto tópico portuario se pueda reunir en un metraje estándar que, además, da cabida a varias actuaciones musicales, con la excusa de que todo sucede en un cabaret. Hay una mujer buena (Miroslava) empujada a este depravado ambiente por pura supervivencia, un policía (José Baviera) que ha sido destinado a este rincón del mundo para purgar no sabemos qué faltas, un contrabandista malayo (Francisco Reiguera), un canalla apodado El Falcón (Rodolfo Acosta) y un héroe (Ernesto Alonso) que llega al cabaret con una misión que sólo el conoce.
Pero este personaje, apodado El Mirlo, tiene un secreto. No nos extraña que mienta para preservarlo. Muchas veces hemos visto esta artimaña por parte de un policía infiltrado o de un hombre de una pieza que acude al lugar, como hace él, para recuperar el amor de una mujer. Lo sorprendente es que este héroe de pacotilla resulta un mentiroso compulsivo. Y no estamos hablando de una comedia, sino de un melodrama rabioso. El Mirlo miente cuando dice que ha escapado de la cárcel, miente cuando afirma que ha matado al Falcón y miente cuando le asegura a Colomba que la sacará de allí. En una inesperada escena de alto voltaje psicoanálítico confesará su miedo a decir la verdad a causa de un padre borracho que los maltrataba a él y a su madre. Ante la revelación de su enfrentamiento final con El Falcón todos, incluida su amada, se reirán de su cuento.
Curiosa versión del cuento de Pedro y el lobo en un tugurio de un puerto que nunca veremos, pues las reducidas dimensiones del estudio de rodaje no dan para más.