Hay alguien detrás de la puerta (1960)

Hay alguien detrás de la puerta (Tulio Demicheli, 1960)

Antes de construir sus propios estudios y lanzarse a una furiosa carrera de coproducciones de todo tipo, los hermanos Balcázar orientaron algunas de sus producciones hacia el mercado latinoamericano. Contaron para ello con la presencia del galán mexicano -ya un tanto talludito- Arturo de Córdova y con el director argentino exiliado en México Tulio Demicheli. La adaptación del drama de Segarra La herida luminosa no debió funcionar mal porque dos años después les encomiendan la realización de una comedia de suspense a partir de un argumento original del comediógrafo Alfonso Paso.

A pesar de que en los títulos de crédito se hace constar que la historia ha sido concebida expresamente para la pantalla, tanto la estructura -con sus tres actos perfectamente delimitados- como las situaciones delatan su concepción escénica. También el macguffin... Dos parejas de matrimonios llegan a un hotel de la costa. La primera está formada por Carlos Blasco (de Córdova), dramaturgo de éxito, y su mujer, Julia (Aurora Bautista), que aquejada por una fuerte depresión ha intentado suicidarse. La otra pareja (Manuel Alexandre y María Dolores Pradera), son unos amigos que proporcionan el contrapunto cómico al drama central: el marido absorto en su trabajo que no hace caso alguno de su mujer. Pero un buen día, se instala en la habitación contigua un notorio mujeriego que empieza a pasarle notas por debajo de la puerta. Ella mantiene las distancias, pero, poco a poco va cediendo a la seducción del desconocido. Hasta que una noche, Carlos, devorado por los celos, lo asesina en el malecón. El cadáver cae al mar. Un inspector de policía (José Marco Davo), sordo y no poco socarrón, emprende la investigación.

Los mimbres son febles y los giros argumentales tan previsibles que desde el primer momento el espectador está al cabo de la calle. Si algo sorprende, en todo caso, es que no haya un nuevo giro final, sino que lleguemos al final feliz de un modo tan inane. Salvo algún momento aislado de los intérpretes, nada hay destacable detrás de la puerta.