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Una de las bailarinas que alternan en La Ratonera de Oro resulta asesinada. Un comisario de policía intentará resolver el caso antes de que los sospechosos abandonen la boite.
GÉNERO: Intriga
De espaldas a la puerta (José María Forqué, 1959)
Patricia (Elisa Loti) no se llama Patricia; se llama María. Claro que si en su pueblo se enteraran de a qué se dedica… Ella quería ser artista. Bailarina. Un día se escapó de casa y se enroló en un espectáculo de variedades itinerante. Figúrense una de esas carpas tipo la del Teatro Chino de Manolita Chen. Lo que no se imaginan ustedes es cómo se llamaba la revista en la que actuaba Patricia en la España de 1958… “Lluvia de oro”. Como lo oyen.
Total que se vino a Madrid, a “La Ratonera de Oro”, un club que regenta con mano de hierro doña Luisa (Irene López Heredia), vieja, seca y coja como ella sola. Las lecciones se aprenden el primer día: hay que bailar una coreografía contemporánea, pero también hay que alternar con los clientes, hacerles consumir y tenerlos contentos. Además hay que esquivar a las compañeras con más callo. Lola (Emma Penella) es de las que no pasan una. Bueno, pues en esta su primera noche de alterne, Patricia es apuñalada. Un policía escéptico (Luis Prendes) y su ayudante (José Luis López Vázquez) deben esclarecer el caso mientras la chica permanece entre la vida y la muerte. Una pirueta dramática obliga a que toda la acción tenga lugar en el club a lo largo de la noche. Interrogatorios, vueltas atrás en el tiempo, coartadas que el inspector desarma… Ya conocen ustedes el percal, que para eso son lectores fieles de Agatha Christie. Forqué se maneja con soltura en este proyecto heredado de Ladislao Vajda. Buena prueba de ello es una reconstrucción plena de suspense al ritmo del taconeo de La Chunga.
Pero si estamos aquí es por “El Fantasías”. Ramón “El Fantasías” (Luis Peña), estafador profesional y granuja de medio pelo. Luis Peña, que había sido galán heroico en la posguerra, realiza durante estos años un buen puñado de papeles de composición con una hondura aprendida probablemente en las tablas. Este tipo patético que suplica, negocia, se escabulle, trapichea incluso con la policía, se humilla, chivatea y es capaz de gastarse seis mil pesetas con las chicas, es el personaje más verdadero de todo el reparto. ¿Saben ustedes cuál ha sido su última hazaña? Le ha vendido dos leones de segunda doma al domador del Circo Americano, que estaba en un apuro. Claro que los leones no eran suyos, si no del Circo Price. Pecata minuta. Pues un delito así se paga con tres años de cárcel, que lo sepan.
Circo Méliès