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Los conflictos de una madre que desea, más allá de sus posibilidades, organizar la mejor de las fiestas para su hija cuando esta cumple 15 años, sirven para revelar las aspiraciones y frustraciones de la pequeña burguesía cubana antes de la Revolución.
GÉNERO: Drama,Música
Cuba baila (Julio García Espinosa, 1960)
Cuba baila iba a ser la primera película del ICAIC, porque era una producción -con la colaboración del mexicano Barbachano Ponce- que ya estaba en marcha en el momento de la huida de Batista. Sin embargo, el nuevo organismo rector de la cinematografia cubana dio prioridad a Historias de la revolución (Tomás Gutiérrez Alea, 1960) por su significación emblemática.
La película asume las enseñanzas del guionista italiano Cesare Zavattini, que aparece aquí como supervisor literario. En las vicisitudes de una familia sin grandes posibilidades que quiere dar una fiesta por todo lo alto el día en que la hija cumple quince años, se dejan adivinar los mimbres de muchas cintas post-neorrealistas. Cierto es que el director Julio G. Espinosa había estudiado en el Centro Sperimentale de Cinematografia de Roma y que volvió en 1954 a la isla impregnado de aquel espíritu. Desde entonces da vueltas a este argumento que sólo logra ponerse en marcha hasta el triunfo de la Revolución.
Los protagonistas son Flora (Raquel Revuelta) y Ramón (Alfredo Perojo), padres de la quinceañera Marcia. Flora es modista y Ramón, funcionario. Ella está deseosa de ascender socialmente y ve en su marido un obstáculo para sus aspiraciones. En tanto que él no está interesado en las intrigas políticas que menudean en su lugar de trabajo, ella le empuja a apoyar a un senador y a solicitar un anticipo a su jefe directo, aunque esto lo comprometa. Mientras tanto, la chica no sabe a qué carta quedarse. Lo único que sabe es que a ella le gusta el camarero de la bodeguita de la esquina, aunque su madre quiera para ella un futuro más brillante. Pero el futuro se cifra en la calidad del baile de los quince años, en lo ilustre de los apellidos de los invitados y, sobre todo, en el precio de la orquesta que animará la fiesta.
Y ahí es donde Cuba baila juega su principal baza. El contraste entre la música de las élites -el vals- y la música popular –danzones, congas y puras descargas…- va puntuando el metraje, que se organiza en torno a seis o siete escenas de baile. Probablemente la más conseguida desde el punto de vista formal sea la que utiliza la conga “¡Adelante, senador!” para concitar a los ciudadanos en torno a un podio desde que el político lanza un discurso absolutamente inane. Será el mismo que termine accediendo a asistir al baile de la muchacha en unos jardines públicos con el argumento de que “la chusma también vota”.
Ramón se ha salido con la suya, pero Flora no se resigna: "¿Tú crees que para su boda podremos organizar un baile como Dios manda?"