El caso de las dos bellezas (1968) y Bésame, monstruo (1968)

El caso de las dos bellezas (Jesús Franco, 1968)
Bésame, monstruo (Jesús Franco, 1968)

Jesús Franco vuelve a reunir a la pareja femenina de detectives Labios rojos (1962), encarnadas ahora por Janine Reynaud y Rosanna Yanni, y plantea dos rodajes back to back con equipo, reparto y localizaciones comunes.

En El caso de las dos bellezas Regina (Yanni) y Diana (Reynaud) reciben el encargo de localizar a la amante del señor Radeck (Adrian Hoven). La única pista es una exposición de macabras obras de arte. Las chicas se ponen manos a la obra. El comisario Tannen (Marcelo Arroita-Jáuregui) está en la inopia, pero va a recibir la ayuda de un aparentemente inepto agente de la Interpol: Francis McClune (Chris Howland).

Morpho (Michel Lemoine), un hombre monstruoso criado en la selva por las fieras, es el responsable directo de las muertes. Pero, ¿qué ocurre después con los cadáveres? El rastro conducirá a las chicas de Labios Rojos hasta Marruecos, donde la romántica Regina debe lidiar con los avances de un playboy italiano (Manolo Otero).

Bésame, monstruo empieza con el regreso de las chicas a su casa y la visita del agente McClune acompañado de su jefe, el señor Kramer (Barta Barri), interesados en el caso del profesor Bertrand. Regina y Diana le cuentan como viajaron a una ciudad del Caribe para localizar a los abilenos, una sociedad secreta a la que pertenecía Bertrand. La playa de Abilene se parece sospechosamente a un pueblo de la Manga del Mar Menor y los abilenos visten capirotes de Semana Santa, pero estas casualidades pueden darse.

Los abilenos encargan a las integrantes de Labios Rojos viajar a la isla caribeña de Lopagan y recuperar "la caja roja" que esconde el secreto de la vida, gracias al cual se podría crear un ejército de clones poderosísimos. Las chicas intentarán desentrañar el misterio trabajando como bailarinas exóticas en un night-club.

Con similares ingredientes Jesús Franco monta dos cócteles de distinta graduación. En El caso de las dos bellezas prima la comedia y el juego pop; en Bésame, monstruo, la intriga y la aventura tebeística con sectas de encapuchados y mad doctors. La primera tiene un ritmo más sostenido y la segunda abraza sin rebozo el delirio. En ambas ocasiones el erotismo limpio y jugueton que emana del modo en que Janine Reynaud y Rosanna Yanni encarnan -perdón por la redundancia- a sus personajes se convierte en el auténtico motor del díptico, más allá de las respectivas excusas argumentales.