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Sombras del circo (1931) contada por: Circo Méliès

Sobre la película

Sombras del circo

ESPAÑA,EE.UU., 1931
IDIOMAS: Español | 75 min. | Blanco / Negro | 1,37:1 Normal

DIRECCIÓN: Adelqui Millar
PRODUCCIÓN: Studios Paramount (Francia)
INTÉRPRETES: Amelia Muñoz, Tony D’Algy, Félix de Pomés, Miguel Ligero, Antonia Arévalo, Alfredo Hurtado“Pitusín, Rafael Calvo, Carmen Jiménez, Pepe Blanco, Feliciano Catalán
GUIÓN: Garret Fort
ARGUMENTO: de la obra Here Comes the Wandwagon, de Henry Leyford Gates

SINOPSIS:

Greta, Nick y Tony son trapecistas en el Dixon Circus, pero Nick, enamorado de Greta, está celoso de la amistad que ella mantiene con Tony.

GÉNERO: Circo,Drama



CONTADA POR:
Circo Méliès
Especialistas en cine circense y de variedades

Blog

Sombras del circo (1931)

Por Circo Méliès - De qué va ... - 01/05/2014

Sombras del circo (Adelqui Millar, 1931)

Antes de que se inventase el doblaje, en el alborear del cine parlante, a los grandes estudios norteamericanos se les ocurrió que el único modo de consolidar su hegemonía internacional era realizar versiones en distintos idiomas de cada una de sus películas de éxito. Así fue como en 1930 y 1931 algunos actores y escritores españoles convirtieron Hollywood en su particular El Dorado. Hubo un Drácula con actores hispanos rodado para la Universal por George Melford de noche, mientras Tod Browning y Bela Lugosi hacían el turno de día; hubo un Charlie Chan encarnado por el actor español Manuel Arbó en la Fox; y Juan de Landa se labró un futuro como el doble español de Wallace Beery en Metro-Goldwyn-Mayer.
blog Sombras del circo
A los capitostes de la Paramount se les ocurrió que mejor que andar importando talentos a Hollywood, podía establecerse en Europa y multiplicar las versiones idiomáticas por tantos equipos de actores y colaboradores literarios como fuera capaz de llevar a París. Los técnicos provenían de Estados Unidos. Entre 1930 y 1932 los estudios Paramount de Joinville-le-Pont se convirtieron en el Hollywood europeo. Equipos de todas las nacionalidades se daban allí cita dando lugar a lo que la tópica metáfora ha denominado la Babel del Sena, aunque los estudios estuvieran en realidad a orillas del Marne.

Las primeras producciones realizadas en Joinville eran versiones de películas que ya habían tenido éxito en su estreno estadounidense. La productora encargaba la traducción y buscaba clones de sus intérpretes en el circuito teatral de cada país en los que pretendía realizar una versión idiomática. Así lo hizo con Half-Way to Heaven (1929), una de las innumerables películas pergeñadas a finales de los veinte al amparo de la popularísima Varieté (1925) y de la reciente Four Devils. Dirigió George Abbott, incorporado a la disciplina del estudio desde Broadway, donde ya contaba con un amplio prestigio como director de escena. Los protagonistas eran Charles “Buddy” Rogers, Jean Arthur y Paul Lukas. La crítica del “New York Times” hacía hincapié en el aspecto técnico: “The voices were as real as the actions of the players and, it should be added, the dialogue is sensible, with but a few awkward hushed passages”.

El público quedó satisfecho y esto debió de reflejarse en la taquilla porque Half-Way to Heaven tuvo en París versión francesa (A Mi-Chemin du ciel), alemana (Der Sprung uns Nichts), sueca (Halvvägs till himlen) y española (Sombras del circo), que es de la que nos vamos a ocupar. Como no queda rastro de ella seguimos el resumen argumental que publicó la revista “Films Selectos” el 1 de agosto de 1931. El novelizador, un tal Luis Ricardo, no duda en acumular tópico tras tópico en una narración que ya de por sí estaba cargada de ellos.

“Entre los oropeles del circo –comienza-, puede asomar la faz lívida de la tragedia. Muñecos vistosos y divertidos para el público, los artistas que lo entretienen haciendo piruetas sobre el lomo de un caballo lanzado a todo galope, o desafiando, sin la gloria del héroe, la muerte que acecha en la cuerda floja o el trapecio, colocados a vertiginosa altura, son, después de todo, seres hechos del mismo barro que el resto de los mortales, vidas humanas sujetas a los imperativos del amor, de la ambición, del odio, de las ocultas fuerzas con que el destino va tejiendo, entre risas y lágrimas, la tela cuyos hilos comienzan en la cuna, para perderse en la tumba”.
Ahí es nada.

Lo que sigue es el clásico triángulo de celos en el trapecio. Greta (Amelia Muñoz), Tony (José María Blanco) y Nick (Félix de Pomés), conforman el trío de trapecistas del Circo Dixon. Ella ama a Ned e ignora el interés de Nick, que es el portor. Una noche Nick falla por unos centímetros en encuentro y Tony cae al vacío. Greta intuye lo que ha ocurrido pero el espectáculo debe continuar. Ned (Tony D’Algy) es contratado para sustituir al difunto, lo que hace no sólo en la cúpula del circo sino también en el corazón de Greta. Greta suplica a Ned que no siga adelante pues ha vuelto a leer en los ojos de Nick la misma determinación asesina que la noche en que murió Tony. Ned es ambicioso: quiere el amor de Greta y la gloria del triunfo en el circo, por lo que no está dispuesto a renunciar a ninguna de las dos cosas.

El número sensacional, el más difícil todavía, es el salto que Ned realiza encapuchado, fiándose únicamente de la voz de su compañero para la sincronización del encuentro. En lugar de ello, Ned consigue hacer presa con sus piernas en el torso de su compañero. El público cree que es una innovación y aplaude hasta el delirio. Vencido en este terreno, Nick plantea la rivalidad amorosa abiertamente. Ned debe abandonar el circo en el plazo de una hora.

“Por toda respuesta, el valiente joven adelanta el reloj sesenta minutos y mostrándoselo al que trató de intimidarlo, le declara que se siente bastante hombre para defender el puesto que ocupa entre los acróbatas y el que Greta parece dispuesta a concederle en su corazón” –concluye el narrador del argumento.

El drama esta vez no estuvo en la pista sino en el plató. Amelia Muñoz, hija del también actor Alfonso Muñoz, contrajo una pulmonía durante el rodaje de su siguiente película y falleció en París con tan sólo veintiún años y una prometedora carrera por delante.

Circo Méliès

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