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Un pasota con corbata (Jesús Terrón, 1982)
Además de la largísima retahila de colaboraciones especiales que figuran en la única película de Jesús Terrón -Joaquín Arozamena, Alfonso Cabeza, José Miguel Flores, Luis G. Berlanga, Jesús González Green, Jesús Hermida, Micky, Morante, Paco Pérez Bryan, Isabel Tenaille, Sam Peckinpah- sorprende encontrarse con créditos nada habituales, como la función de "promotor" que ostenta Rafael Serrano o la de "asesor general" atribuida a Rafael Gordon. Si contamos además con el protagonismo del francés Bernard LeCoq, por aquel entonces rostro oficial de la tónica Schweppes en España, entenderemos mejor el carácter de prototipo irrepetible de Un pasota con corbata.
Como en la coetánea El hombre de moda (Fernando Méndez-Leite, 1980), un hombre alérgico al compromiso se ve asediado, sin que el espectador consiga entender el motivo, por una bandada de mujeres atractivas. Como en Asignatura pendiente (José Luis Garci, 1977), la cinefilia y la frustración sexual guatequista son parte consustancial del personaje. Como en Play it Again, Sam (Sueños de un seductor, Herbert Ross, 1972), los héroes del cine clásico estadounidense le sirven los diálogos en bandeja al protagonista e, incluso, interactúan con él. Claro, que David Santander (LeCoq) es un popular reportero televisivo, pero también es bastante engreído, charlatán, contradictorio, despistado... Las mujeres que se inmiscuyen en su vida son una antigua novia del colegio recientemente separada de su marido, Elena (Helena Carrera), una estudiante de primero de Periodismo, Marta (Emma Suárez), y una vecinita un poco ninfómana (Nadine Rochex). Para compensar tanta oferta, el descreído Ponciano (Manuel Alexandre), el montador de sus reportajes televisivos, le advierte continuamente contra los mil peligros del matrimonio y la procreación y le empuja a realizar grandes reportajes por su cuenta y riesgo, al margen de la galera televisiva.