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Dos mendigos llegan cada año a Madrid para participar en la cabalgata de Reyes haciendo de Melchor y Gaspar. Baltasar ha fallecido y eligen a un pocero resentido para que ocupe su lugar.
GÉNERO: Drama
El hombre del expreso de Oriente (Francisco de Borja-Moro, 1962)
Aunque el cartel de El hombre del expreso de Oriente invite a pensar en una película de acción y espionaje, la cinta no puede tener menos que ver con eso. Se trata de una fábula navideña tan preñada de buenos sentimientos y con un guión y una realización tan torpes que resulta imposible emocionarse con ella. Baltasar (Germán Cobos), el pocero amargado al que Melchor y Gaspar (Roberto Camardiel y el summersiano José Vicente Cerrudo) convencen para que les acompañe en la cabalgata de Reyes madrileña. Llevan ya varios años ejerciendo el oficio, contratados por unas damas que se dedican a la caridad estacional, y durante el año en curso se les ha muerto el compañero. Por mucho que Baltasar se resiste, termina entrando en su juego y parece que al final logra tomar conciencia de que hay que ayudar a los demñas sin eperar nada a cambio. ¿Por qué? ¡A saber! Nada en el desarrollo de la trama ni en la planificación de la cabalgata invita a pensar que haya cambiado de opinión. Sobre todo, cuando unos minutos antes ha explotado ante las damas porque son incapaces de socorrer a una niña (María Pérez Palacios) que juega sola en un descampado. Si ninguno de los tres protagnistas experimenta la más mínima evolución, tampoco parece que saquen nada en claro la miriada de secundarios desdibujados que desfilan por la pantalla. En todo caso, una pareja de novios (Luis Morris y una primeriza Tina Sainz) a la que la empresa concederá un piso en una promoción inmobiliaria para los empleados. Nada han hecho para conseguirlo. Se trata, como en el resto de los casos, de un regalo de Reyes que resuelve un problema individual, en vez de proponer soluciones dramaticas coherentes con las situaciones de miseria habitacional y laboral que la película ha ido mostrando a lo largo del metraje. Y acaso eso, su carácter de acta notarial del Madrid de 1961, sea lo único valioso de la cinta.